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¿Qué pasa con los residuos de COVID-19 en México? Más de 7 toneladas mal manejadas

Autoridades ambientales han levantado dos denuncias contra empresas por el mal manejo y abandono de residuos COVID-19.

La epidemia de coronavirus trajo consigo el incremento de residuos infecciosos, desde gasas y cubrebocas, hasta jeringas y fluidos que pueden poner en riesgo a quien esté en contacto con ellos. Desde que inició la epidemia, hasta el pasado 8 de junio, al menos 7.5 toneladas de basura COVID-19 han sido abandonadas o mal manejadas en el país.

Estos desechos son parte de los residuos peligrosos biológico-infecciosos (RPBI), generados principalmente por hospitales, así como por laboratorios. De acuerdo con datos de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) consultados por Animal Político, estas 7.5 toneladas fueron localizadas en dos puntos.

El más grande, de casi seis mil metros cúbicos de residuos, en un centro de acopio en Cuautinchán, Puebla, el pasado 18 de mayo. Las autoridades clausuraron el este establecimiento (dedicado a la disposición de residuos) por hacer un mal uso de los desechos, pues las cajas de refrigeración no funcionaban y hallaron bolsas con basura COVID-19 fuera del almacén a cielo abierto, “con presencia de derrames de líquido hemático (sangre) y otros líquidos corporales”.

El resto de los desechos, 3.5 toneladas, fueron abandonados en los parajes de Las Cebadillas y El Cabro del municipio de Nicolás Romero, en el Estado de México, parte de ellos calcinados, por lo que Profepa tuvo que contratar a una empresa para recolectar, transportar y disponer finalmente estos residuos de COVID-19.

¿Qué se hace con los residuos de COVID-19?

De acuerdo con Keith Alverson, director del Centro Internacional de Tecnología Ambiental (IETC) del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), clasificar estos desechos puede reducir drásticamente el volumen de residuos que requieren un tratamiento especializado.

Sin embargo la clasificación, etiquetado, señalización, manipulación, transporte, almacenamiento, tratamiento y disposición final requieren capacitación, planificación, presupuesto, monitoreo, evaluación, documentación y mantenimiento continuo, por lo que advierte que “el proceso para formalizar un buen sistema de gestión de residuos sanitarios es complejo”.

El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, explicó el pasado 15 de mayo durante la conferencia de prensa diaria, que México tiene dos normas para el tratamiento de residuos peligrosos de origen biológico-infecciosos, la Norma Oficial Mexicana NOM-087-ECOL-SSA1-2002, de protección ambiental que clasifica los residuos biológicos infecciosos, y la NOM-045-SSA2-2005, para la vigilancia epidemiológica y control de infecciones de hospitales.

La norma mexicana establece 5 categorías de residuos peligrosos biológico-infecciosos (RPBI): sangre y sus componentes en forma líquida; cultivos y cepas de agentes biológico-infecciosos; patológicos; no anatómicos, y objetos punzocortantes. De estos, solo los residuos patológicos deben ser “incinerados o inhumados”, excepto aquellos que se usen para fines terapéuticos, de investigación, como las muestras biológicas para análisis químico. En caso de ser enterrados, deben realizarse en lugares autorizados por la propia Secretaría de Salud, según las normas vigentes.

Fuente: Animalpolitico.com