Las ciencias del espíritu han servido como catalizador a más de una mujer crucial en la historia.
Ya sea a través de la exploración de la psique, evolución del alma, de planos alternos, sociedades secretas, ascetismo, doctrinas filosóficas o expresiones artísticas, el misticismo y la sempiterna convivencia con el plano espiritual han sido terreno fértil para el germen de la creación femenina. Para ayudar a explotar sus enseñanzas, te presentamos algunos consejos de estas mentes suaves y sin embargo rebeldes que vivieron el surrealismo y ocultismo en carne propia:
Helena P. Blavatsky: La mente es el gran destructor de lo real. Destruye al Destructor.
A pesar de que Helena Blavatsky pudo haber dedicado su vida a seguir los pasos que normalmente se esperaban de una joven nacida en el seno de la aristocracia germano-rusa, su mente se inclinó por decantarse en el menos ortodoxo espectro del ocultismo, la teología y el espiritismo. Nacida en la actual Ucrania, Blavatsky pasó la mayor parte de su infancia con la mirada clavada en los libros ocultistas de la biblioteca de su bisabuelo y se convirtió en una erudita de la filosofía oculta; Blavatsky definió el cauce que tomarían sus estudios durante la adolescencia, cuando comenzó a experimentar visiones y a ser contactada por entes que más tarde llamaría “inteligencias superiores”.
Formó un crisol de sacropensamientos que conformarían sus obras más importantes, en las que resumió el conocimiento de la verdad etérea alcanzada gracias a las entidades que se comunicaban con ella, integrando las bases de la teosofía, filosofía que inspiró el movimiento del arte abstracto, impulsando principalmente a pintores como Kandinsky o Mondrian. De Blavatsky existen tratados enteros que varían en su apreciación de la Gran Madame del Ocultismo, también vista por algunos como una gran charlatana; para comprenderle mejor habría que revisar sus propios textos, pero estos escritos en búsqueda de la verdad última como La Doctrina Secreta o Isis sin Velo son obras monumentales y por momentos confusas e impenetrables.
Leonora Carrington: La locura puede llevarte a la iluminación.
No tiene muchos años que Leonora nos dejó a merced de un imaginario de lo más ordinario. Conocida por su faceta de diletante pintora y escritora, Leonora tenía también un profundo interés en la magia, la alquimia, la mitología celta y el ocultismo. Sus pinturas son reconocibles al instante por el imaginario onírico que representan sus obras. Sus pinturas suelen presentar simbología propia de doctrinas ocultistas, como en su Litany of the Philosophers, donde parece haber una representación de la Mujer Escarlata de la magia thelémica de Crowley.
Sin embargo, Leonora siempre se mostró como un espíritu introvertido y poco legible cuando intentaba explicar la simbología y la naturaleza de sus obras en las que afirmaba transmitir visiones o mensajes que avistaba en sueños. Creía en la esencia onírica como un mensaje y esto lo transformaba en arte. Leonora manifestaba tener una propensión a experimentar visiones de seres paranormales vinculados, quizás, con los padecimientos psiquiátricos que sufría, y que incluso la llevaron al internamiento.
Alexandra David-Neél: Rompe las reglas.
No resulta nada extraño que la mística femenina tenga un categórico gusto por el viaje. Alexandra también comenzó sus múltiples escapadas cuando era niña, a unos cientos de metros de su hogar, para terminar décadas después en otros continentes. Para ella la inquietud prioritaria era la búsqueda incesante, la libertad de andar y bien podríamos hacer eco de paralelismos entre la naturaleza de su estilo de vida y el de Blavatsky. Su anhelo de conocimiento le llevó a integrarse a sociedades secretas como los francmasones obteniendo rangos superiores, una empresa admirable si se toma en cuenta la naturaleza patriarcal que predominaba en esas agrupaciones.
Alexandra David-Neel fue la primera mujer occidental en lograr entrar a la ciudad prohibida de Lhasa, en el Tíbet, contra toda recomendación del Imperio Británico. Fueron precisamente su naturaleza inquisitiva y espíritu libre las cualidades que le permitieron acceder a la preparación –un viaje de calidad ascética en el que se enfrentó a una famélica existencia y a las bestias salvajes que poblaban las montañas de China- y que eventualmente la convertirían en una autoridad en la introducción del tibetano, el sánscrito, el tantra y el austero estilo de vida de los monasterios del Tíbet, cuyo conocimiento era una mácula de oscuridad en Occidente.
Mirra Alfassa (La Madre o La Diosa): Sé paciente y busca el sosiego. Haz yoga.
Desde pequeña, Mirra fue una mente voraz de percepción psíquica boyante. Experimentando profundas meditaciones, regresiones, viajes astrales y premoniciones de manera casual desde antes de iniciar su educación formal en el ocultismo, Mirra decidió a la edad de 19 años que había conseguido una consciente y constante unión con la “Divina Presencia” sin la ayuda de libros o maestros. Fueron estas experiencias místicas las que le impulsaron a navegar entre las páginas del ocultismo, que la llevaron a un trascendental viaje por Algeria para instruirse con los cabalistas Alma y Max Théon (involucrados en la creación de la Hermética Hermandad de Luxxor).
Conoció al yogi Sri Aurobindo, al que identificó en un sueño recurrente de su juventud como Krishna. Mirra supo que su propósito estaba a lado de Sri Aurobindo y se enfocó en la vía de la Supermente, el perfeccionamiento y evolución humana a través de la observación de la totalidad ajena al pensamiento. Mirra colaboró para crear la comunidad de Auroville, con la idea central de “ser un pueblo universal, y crear la unidad humana”. La mayor parte de las obras de La Madre fue concebida oralmente y se pueden encontrar recopilaciones de sus cátedras en audio.
Remedios Varo: Conoce tu simbología (aunque los demás no puedan entenderla).
Siendo adolescente, Remedios Varo se dirigió a Madrid para comenzar a encauzar su vocación artística. Se casaría con el surrealista Benjamin Péret que a su vez le pondría en contacto con Breton, Ernst y toda la parafernalia surrealista del movimiento. Conocería también a Carrington, misma con la que compartiría amistad y pasión por lo oculto. La actitud hermética de Remedios Varo se dejaba ver en más de un aspecto de su vida. Críptica e interesada en todo tipo de temas ocultistas, afición que compartiría y afianzaría en compañía de los surrealistas y en especial de su contemporánea, Leonora Carrington.
Los cuadros de Varo están repletos de detalles alucinantes, espacios insondables, huecos femeninos y una mística diletante: hay alusiones a los componentes alquímicos en grandes ciclos de su obra: los viajes metafísicos a otros planos perpetrados por sus personajes en pinturas como Trovador y Hacia Acuario. Varo se mostraba interesada por una variedad opulenta de autores y disciplinas: Eckart, Jung, Levi, el sufismo, la geometría sagrada, el I Ching o Gurdjieff. En la biblioteca personal de la artista, estudiosos como el doctor Lois Parkinson hallaron numerosos títulos de corte esotérico, entre ellos la obra de Gurdjieff, Relatos de Belcebú a su nieto, además de un estudio fascinante sobre el mismo autor. Una mente lo suficientemente avezada en el esoterismo podría distinguir fácilmente los símbolos místicos que Varo suele utilizar.
Fuente: Pijamasurf.com