Las celebraciones en las que se basa esta jornada son las Lupercales «la fiesta de la licencia sexual» y el día en honor de la diosa Juno Februata
Ni amor, ni pequeños angelitos capaces de volar y de lanzar flechas para entrelazar el destino de dos tortolitos. El origen del Día de San Valentín poco tiene que ver con lo que, a día de hoy, se celebra el 14 de febrero.
Por el contrario, esta fiesta en honor a los enamorados se basa en las Lupercales, un festival de depravación y sexo salvaje que se llevaba a cabo en la Antigua Roma con varios objetivos. Entre ellos, lograr que los jóvenes se iniciaran en la sexualidad y perdieran el miedo a mantener relaciones entre sí. La celebración era tan bárbara e imposible de erradicar que la Iglesia se vio obligada a sustituirla por el actual día de los enamorados en el siglo V.
Las Lupercales, según la mayoría de los expertos, eran unas fiestas celebradas en la Antigua Roma que incluían varios ritos para que los adolescentes se iniciaran en las relaciones sexuales. Oficialmente, la fiesta se celebraba en la misma gruta (la Lupercal) en la que se creía que una loba había amamantado a los fundadores de Roma (Rómulo y Remo) después de que estos hubieran sido abandonados en el río por su familia.
Pero San Valentín no solo podría tener su origen en las Lupercales. Como ya se ha señalado anteriormente, también sería posible que se basara en la fiesta que los romanos celebraban en honor de Juno Februata. Las teorías sobre cómo se celebraban las fiestas en honor de Juno Februata son también varias. Algunos autores afirman que en ellas se llevaban a cabo sacrificios mientras los presentes portaban antorchas. Otros escritores como Flaver son partidarios de que, en base a las fuentes clásicas, se festejaban de una forma mucho más romántica: «Existía la antigua costumbre de que el 15 de febrero los chicos escribieran los nombres de las chicas en honor de la diosa Juno Februata».
La brutalidad de las Lupercales, así como la necesidad de cristianizar la fiesta ante la imposibilidad de que la olvidasen los ciudadanos, provocó que -allá por el siglo V- la Iglesia tomara cartas en el asunto. La fiesta de San Valentín fue instaurada en el año 498 por el papa Gelasio I, probablemente en un intento de eliminar la efeméride pagana de las Lupercales, que se celebraban el 15 de febrero. Un festejo relacionado con el amor y la reproducción.
Por entonces, el emperador romano Claudio II Gótico (214-270 d.C.) consideraba que «los soldados que estaban casados pecaban de conservadores en el campo de batalla, en unos momentos en los que las fronteras se veían acosadas por alamanes y vándalos». El político, que de tonto no tenía un pelo, decidió que lo mejor para que sus legionarios se dejasen la vida y derrochasen valor en el frente era prohibirles contraer matrimonio. Si nadie les esperaba en su hogar, no tendrían reparos en batirse a pilum y gladius.
San Valentín era entonces el obispo de la ciudad de Iteramna (hoy Terni, en Italia), y se avenía a celebrar en secreto las bodas de aquellos soldados que no querían cumplir esa orden del emperador, como era de esperar, al ser descubierto fue apresado por el líder, quien le decapitó el 14 de febrero del año 269. Se cree que fue enterrado en la Vía Flaminia, a las afueras de Roma, lo que hizo que durante la Edad Media la Puerta Flamina fuese conocida como Puerta de San Valentín.
Fuente: Abc.es