Por medio de un video interactivo el usuario es capaz de recorrer el inquietante territorio de Reminiscencia arqueológica del Angelus de Millet.
Una pintura de 1935 en la que el artista vertió parte de su obsesión personal con respecto al óleo de Jean-François Millet, que en la época de Dalí, e incluso desde su niñez, se encontraba por todos lados, en reproducciones masivas y objetos cotidianos (postales, tazas, tinteros, etcétera).
Según Dalí, su propio fantaseo con la pintura comenzó en su escuela primaria, donde una de estas reproducciones colgaba de una de las paredes; muchos años después, vivió este episodio durante un paseo cualquiera:
“Durante una breve fantasía a la que me había abandonado en una excursión al Cabo de Creus, cuyo paisaje mineral constituye un auténtico delirio geológico, imaginé, talladas en las rocas más altas, las esculturas de los personajes del Angelus de Millet. Su situación espacial era la misma que en el cuadro, pero estaban totalmente cubiertos de fisuras. Muchos detalles de las dos figuras habían sido borradas por la erosión, lo cual contribuía a remontar su origen a una época muy remota, contemporánea al mismo origen de las rocas. Era la figura del hombre la más deformada por la acción mecánica del tiempo; sólo quedaba de él el bloque vago e informe de la silueta que se convertía por ello en terrible y particularmente angustiosa”.
Ese quizá fue el punto originario de la pintura que ahora encontramos convertida en este video. En la reformulación de Dalí, la escena de Millet se convierte en un sueño, en la que las figuras amables de los campesinos son grandes y ruinosos monolitos observados a la distancia por figuras diminutas. La palabra “reminiscencia” en el nombre del cuadro se refiere a la relación entre el Angelus de Millet y la propia infancia del artista condensada en la pintura: las tres figuras humanas visibles son representación de Dalí (el niño), su padre (el hombre que señala) y su niñera (la figura sentada). El resultado virtual nos otorga otra experiencia del cuadro, acaso una similar a la que el propio Dalí tuvo cuando su mente se perdía entre los colores y las formas de Millet.