Algunos dicen que la naturaleza es sabia y, tal vez, a lo que se refieren es que la forma en que la naturaleza se organiza parece ser la más inteligente.
Y sin duda la más apta para la supervivencia de los seres, por otro lado, sabemos que muchas acciones humanas son contraproducentes, cuando de sobrevivir se trata. El cambio climático y los altos niveles de contaminación están para demostrarlo. En ese sentido, si algo le podemos aprender a la naturaleza, es tratar de llevar a un punto de equilibrio nuestras interacciones con los demás seres vivos del planeta y con los entornos físicos.
Organizarse para sobrevivir.
Los árboles son un caso interesante y vale la pena observarlo. Desde el siglo pasado, diversos científicos han estudiado un fenómeno llamado “desacoplamiento del dosel” que se refiere a la forma en que el dosel, la región que forman las copas de los árboles, cuando son suficientes como para formar un ecosistema con su propia flora y fauna, se abre o separa, de manera que las copas de los árboles que lo conforman no se juntan, o se tocan. Este fenómeno forma unos preciosos patrones, que hacen pensar a algunos, que los árboles se organizan para respetar el espacio de los demás.
En realidad, se sabe poco sobre la razón que lleva a los árboles a crecer así, pero algunos estudiosos han planteado sus hipótesis: unos piensan que lo hacen para protegerse y proteger a su especie del contagio de parásitos y enfermedades, o que es para no golpearse entre ellos con el viento y lastimar sus hojas. Otros creen que los árboles dejan de crecer cuando están muy cerca de otros, porque estos les tapan la luz solar. Sin embargo, en lo que todos están de acuerdo es que el propósito detrás de este hecho, es la supervivencia.
Lecciones desde los árboles para aprender sobre urbanismo.
Al observar los patrones del dosel, podríamos pensar que este fenómeno no es tan diferente a los procesos de urbanismo de los seres humanos, pero aunque no sepamos la razón detrás del desacoplamiento, vale la pena preguntarse si los humanos, como sociedad, hacemos crecer nuestra infraestructura en consideración con los demás y su espacio.
Hay que reconocer que el urbanismo de muchas de las grandes ciudades occidentales no es sustentable. No hay equilibrio externo y tampoco interno. Esta forma de hacer urbanismo no considera la espacialidad, ni los accidentes del territorio. En realidad, dedica todos sus esfuerzos a acortar las distancias y acelerar la producción y consumo de bienes. La inmediatez también se manifiesta en la forma en que estas ciudades están construidas, a veces con materiales baratos y estructuras que no cumplen con parámetros básicos de seguridad. Por otro lado, casi todas estas ciudades ponen en primer plano las vialidades para automóviles, sacando del diseño a sus verdaderos usuarios: las personas.
El mismo concepto de urbanismo sustentable, ideado por el arquitecto y urbanista Doug Farr, propone diferentes formas de diseñar, organizar y construir tomando en cuenta al entorno y formas de vida que nos rodean, así como lo hace la naturaleza. Lo sabemos: algunos árboles crecen y se desarrollan procurando no afectar a los otros, de manera que estos tampoco les afecten. Esta premisa de equilibrio, donde ninguna vida importa más que las otras, es algo que podemos aprender de la sabia naturaleza.
Fuente: Ecoosfera.com