Andrés Manuel López Obrador celebró su contundente victoria electoral con un discurso en el zócalo de Ciudad de México ante miles de seguidores.
En una noche histórica y 18 años después de haber dado su primer paso en el 2000, la democracia en México llegó a la edad adulta y comenzó su madurez. Más que el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, con todo y el viraje que representa hacia el primer gobierno de izquierda en la historia política del país, lo que hizo madurar a esa democracia imperfecta e incipiente que teníamos, fue un discurso, también histórico, del candidato José Antonio Meade, que de manera inédita salió tempranamente a reconocer su derrota y aceptar el triunfo del candidato ganador y a quien le deseó “éxito en su gobierno”.
Esas simples palabras, nunca antes escuchadas tan temprano en una elección presidencial mexicana, desgranaron el reconocimiento del otro contrincante, Ricardo Anaya, quien también aceptó civilizada y dignamente la derrota, con lo que se abrió la puerta a una nueva era de mayor madurez para nuestro sistema democrático.
Es el castigo contra un gobierno que no entendió a sus gobernados. Es el resultado de una votación, el hartazgo de una población que ya no aguantaba más la pobreza, desigualdad, corrupción, impunidad, violencia, centralismo, cinismo, prepotencia, entre otras perversidades que sucedían en nuestro territorio, y que afortunadamente explotó civilizadamente en las urnas.
Un sistema de gobierno que acató el voto de cada uno de nosotros, algo que aún no podíamos creer que algún día pasara, y por fin aconteció este triunfo tan claro. Las encuestas nunca se equivocaron. Así pues, en una verbena popular se convirtieron las calles de la Ciudad de México para reconocer el triunfo de López Obrador, la fiesta apenas empieza, el gran reto de MORENA será cumplir sus promesas a la población.