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¿QUIERES SALIR DEL SISTEMA? HAZ ESTAS ACCIONES

¿Cómo podemos crear un mundo nuevo si vivimos sumergidos en éste? Es posible dar algunos pasos en pro de una vida más justa. 

El capitalismo no es solamente un sistema de intercambios económicos, sino la subordinación de cualquier valor intangible a la lógica de producción y consumo. El Apocalipsis no tendrá la forma de una fanfarria de demonios y dragones, sino de un reality show con audiencias mundiales: un lento pero imparable deterioro de la conciencia, que llevará a su hundimiento.

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Una manera radical de enfrentar el problema, paradójicamente, parece ser dejar de ser parte del problema. Esto suena fácil y, como veremos, tiene un importante sesgo de clase, pero tal vez deberíamos considerar que poco a poco encontraremos la alternativa: desconectarnos de la Matrix podría comenzar con uno o varios de los siguientes puntos para salir del sistema:

Deja de alimentarlo. ¿Qué entendemos por sistema? El sistema de poder: el gobierno, las instituciones, todo lo que organiza y administra formas de explotación. Dejar de alimentar al sistema es poner distancia entre tú y esas formas de poder, esta distancia puede crearse de muchas formas: boicoteando marcas que afectan al medio ambiente o producen desigualdad social, dejando de participar en elecciones, o simplemente reduciendo tu huella digital: la información que le das a Facebook de ti mismo también alimenta a la máquina corporativa.

Mejora tu estado de salud. Además de la dependencia económica, la dependencia a la infraestructura de salud es un poderoso pilar de control. El ritmo de vida citadino deteriora el cuerpo a gran velocidad, ya sea por la pobre calidad de alimentación o la dificultad para hacer ejercicio. Una dieta balanceada y actividad física constante te permitirán tener salud y fuerza.

Cultiva tu propio alimento. Un pequeño huerto comunitario puede ser la diferencia entre la independencia alimentaria y el subdesarrollo energético cuando los transgénicos invadan todo. El auge de mercados orgánicos aporta un sesgo de clase a la suficiencia alimentaria, pero no se trata de comprar lo orgánico por moda, sino de hacerse cargo de lo que ponemos en la mesa.

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Conviértete en tu propio banco. Hacerse cargo de la propia economía no requiere más que leer algunos libros al respecto y ser disciplinado con las finanzas. Comenzar una cooperativa de ahorro comunitario y administrar una caja común con familiares y amigos te permitirá adquirir la solidez financiera que los bancos nos han quitado mediante la especulación de capitales.

Practica el trueque. El trueque es sólo una de muchas alternativas al uso de dinero que permiten realizar transacciones económicas. El modelo de cooperación o de intercambio para crear empresas autosustentables no suena tan descabellado cuando los integrantes se ponen de acuerdo respecto a sus verdaderas necesidades. Lo cierto es que necesitamos comida, un hogar, ocio, entretenimiento, etc., pero no necesitamos dinero. El dinero es una forma de conseguir lo que necesitamos, pero no es la única.

Vuélvete productor. Las compañías compran materias primas, les aportan un valor agregado y luego las venden a un precio muy superior. ¿Por qué? Porque el valor agregado permite que incluso una narrativa, como la elaboración artesanal o la filantropía, encarezca un producto. Aprende a crear algo con tus manos: algo útil, algo hermoso, algo que puedas vender o cambiar por otra cosa útil y/o hermosa. Dejemos de comprar y comencemos a construir.

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Involúcrate en la educación de tus hijos. Educar en casa es uno de los pasos más radicales que pueden darse para salir del sistema, pero lo cierto es que es poco viable en algunos países. Si necesitas enviar a tus hijos a una escuela «normal», asegúrate de conversar con ellos; recuerda tu propia educación: la escuela está hecha para condicionar y aleccionar, no para enseñar a pensar. Si el sistema no cambia en el plazo de nuestra propia vida, tal vez nuestros hijos y los hijos de ellos tengan una base sólida si reaprendemos a ser familia.

Involúcrate en tu propia educación. Aprendiste a creer en un país, en un dios, en una forma de vida en sociedad. Esa sociedad, ese dios y ese país se desmoronan a tu alrededor. ¿Qué hacer? Además de aprender los elementos esenciales de una supervivencia en nuevos términos, sería bueno que cultivaras también una mentalidad crítica y una sensibilidad diversa: piensa si te gustaría más participar en una revolución solemne y severa o en una revolución realmente alegre e inspiradora. Piensa dónde te gustaría que vivieran tus seres queridos.

Haz trabajo voluntario. Nuestra sociedad ha fracasado porque delegó enteramente en el gobierno el cuidado de todo. Si quieres un mundo mejor, constrúyelo. Haz algo más que donar unos centavos cada mes para sentirte mejor contigo mismo. Aprende algo; enseña algo.

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Practica la desobediencia civil. H. D. Thoreau afirmaba que el hombre y la mujer libre debía plantar cara a la ley cuando esta es injusta: es su deber. Vivimos en una sociedad que se hace de la vista gorda para la desigualdad, la pobreza, el hambre, y que soluciona las crisis sociales con programas de televisión. Independízate de los medios tradicionales, la vieja estrategia de «divide y vencerás» sigue siendo efectiva en el caso de la alienación mediática: apaga la televisión, participa en campañas en favor de tu comunidad, de preferencia no organizadas por el gobierno, deja de fantasear en internet y sal a transformar el mundo. Tal vez aún estemos a tiempo.

Cuestiona. El cuestionamiento es notablemente útil cuando lo aplicamos a aquello que parece más evidente, más normal. La duda, por otro lado, no es meramente teórica, también puede dar paso a su correlato práctico, de acción política. La sociedad funciona en buena medida sobre narrativas que otros construyen y que otros más sólo llegan a habitar. ¿Cuál es la tuya?

Desconéctate. Tu teléfono móvil, tu trabajo, relaciones personales y sociales que te mantienen en el statu quo, etc. Romper con eso es, en cierta forma, romper también con el miedo, atravesar una membrana, quizá incluso dar un salto en el vacío, ¿pero no sería esto deseable al saber que del otro lado nos espera la construcción gradual de nuestra propia libertad?

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Evita la distracción. La “sociedad del espectáculo” es hoy más vigente que nunca: por todos lados se nos ofrece un “espectáculo” que consumir, el cual, además, se presenta bajo el aura de lo urgente, lo necesario, lo imperdible. Todo, además, es susceptible de recibir dicho tratamiento espectacular: desde miles o millones de videos de YouTube con personas semidesnudas echándose un balde lleno de hielos hasta la manera en que el presidente de un país usa unos calcetines. Pero si a esto que es banal se da el trato de importante, ¿de qué nos están distrayendo? ¿Qué es lo que realmente está pasando?

No votes por ningún partido político. A pesar de sus lineamientos y sus programas, sus discursos, sus promesas y sus supuestas ideologías, los partidos políticos no son otra cosa que engranajes del mismo sistema. Al final, en un sentido estructural, ninguno buscará cambiar realmente el estado de las cosas. ¿Por qué? Simple: porque hacerlo significaría su propia desaparición.La alternativa, en este sentido, es la autoorganización, la convivencia política cotidiana entre pares, no bajo la sumisión.

Aprende a discernir. Nadie puede vivir aislado y, en efecto, la comunicación es un impulso natural del ser humano, esto, sin embargo, no significa que no podamos elegir con quién juntarnos, por decirlo de alguna manera. Todos los medios masivos de comunicación tienen su propia agenda, sus intereses corporativos y de grupo. Infórmate sobre éstos. Consulta una noticia importante en distintas fuentes y date cuenta de las diferencias con las que se presenta la información.

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No formes parte de ningún ejército. En pleno siglo XXI, más de 500 años después de las utopías optimistas del Renacimiento, el ser humano continúa viviendo en guerra. La industria de las armas es una de las más rentables de nuestro tiempo y todos los días ocurre en el mundo un acto violento relacionado con su mercancía de muerte. ¿No somos también un ejército de consumidores que se encaminan voluntariamente a la compra desenfrenada de cuanto artilugio se encuentra en el mercado?

Es tu salud, cuídala tú. No la industria farmacéutica, enfermarnos es inevitable. Con todo, ello no implica que abdiquemos de la responsabilidad de nuestra propia salud para cedérsela a la poderosa industria de los fármacos, que ha convertido el decaimiento natural de nuestro cuerpo en su propio negocio. Alternativas tradicionales y naturales de sanación que, por otro lado, en muchos casos son antiquísimas: el ser humano no siempre se “curó” con medicinas, no creas todo lo que te dice la industria farmacéutica.

Evita los alimentos industrializados. La guía más sencilla a este respecto la dio recientemente el nutriólogo Michael Pollan en una sola línea: “Si viene de una planta, cómelo; si fue hecho en una planta, evítalo”. La industrialización de los alimentos conlleva el añadido de peligrosos componentes que les permiten durar más (conservadores), tener un aspecto más atractivo (colorantes artificiales) o un gusto distintivo (saborizantes) e incluso resultar de una producción más rentable (organismos genéticamente modificados).

¿Es posible vivir de otra manera? La respuesta a esta pregunta es sencilla, pues de algún modo es binaria: Sí o No. En pocas palabras, con el sistema que nos mantiene en crisis perpetua, con este horizonte de posibilidades esencialmente económicas que funciona sobre la base de la acumulación de la riqueza, la explotación del trabajo y la consecuente desigualdad económica. Cooperación o resistencia.

Fuente: Pijamasurf.com