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¿Qué significa ser la oveja negra de la familia?

Aunque le damos una connotación negativa, este rol es fundamental para la salud y el desarrollo del sistema familiar.

Comúnmente utilizamos este término para referirnos a ese miembro de la familia que aparentemente es inadecuado o demasiado distinto a los demás integrantes. Es el que representan los miembros que sienten que no encajan, debido a que su manera de pensar y comportarse no se ajusta a las normas y los mandatos establecidos en la familia, consciente o inconscientemente.

Curiosamente las “ovejas negras”, según las tradiciones de los pastores del Alto Aragón, protegen al rebaño de las tormentas y de algunos males y enfermedades. De igual manera podemos decir que, dentro de la familia, la “oveja negra” introduce cambios para la evolución y equilibrio del sistema.

El rol de la “oveja negra” se le atribuye a la persona que no cumple con las obligaciones del clan, cuestiona las creencias y se rebela ante el status quo de la familia. También encontramos similitud de este concepto con el arquetipo junguiano del “rebelde” que se caracteriza por ser inconformista y cuestionar el estado de las cosas, por generar cambios y brindar nuevas perspectivas.

Esta actitud desafiante y tendencia por romper las reglas establecidas también las aborda Freud, exponiendo que en la adolescencia se produce el impulso, en sentido metafórico, de “matar al padre y la madre”. Lo que refleja el momento en que las personas buscamos diferenciarnos del núcleo familiar para convertirnos en adultos independientes.

Podríamos decir que la rebeldía en un sistema familiar, funciona como una emoción que nos mueve de la zona de confort, individual y de grupo, hacia la mejora y la evolución. Pero esta no es una rebeldía sin sentido, la “oveja negra” piensa por sí misma, cuestiona y busca su propio camino generalmente fuera de lo acostumbrado en su sistema. 

Una “oveja negra” se atreve a vivir de una forma distinta, expresando talentos ocultos y dando rienda suelta a los sueños reprimidos del clan. Cuestiona los errores y patrones de comportamiento disfuncionales de la familia, busca respuestas y se aleja de tradiciones y normas familiares. Dicho de otra forma, la “oveja negra” aporta contraste y complementariedad.

De tal manera que, al igual que el color negro hace que una oveja destaque dentro de un rebaño de ovejas blancas, a la persona que cumple este rol dentro del sistema, se le considera “diferente” en relación a las normas que se siguen en su familia.

Lejos de ser perjudicial, la función que desempeña este miembro, es imprescindible para la evolución del sistema. A pesar de ello, la persona que ocupa este rol es frecuentemente blanco de críticas y rechazo, debido a que sus características le hacen diferente y no comulga con lo establecido dentro del sistema.

Al igual que sucede en lo individual, la identidad del “clan”, se conforma de sus dones y decisiones coherentes, pero también de sus heridas, miedos, supersticiones y complejos.

Toda familia contiene información que busca ser equilibrada o trascendida para el bien del sistema. De esta manera la “oveja negra” muestra resistencia a lo tradicional en una búsqueda inconsciente de la liberación del clan. Por ejemplo: En una familia donde existe una gran represión sexual, la “oveja negra” puede mostrar una conducta excesivamente promiscua; o quizá en un entorno donde el sistema le otorga mucha importancia y valor a la preparación académica, la “oveja negra” quiere ser artista o abandonar los estudios.

Podemos decir que la “oveja negra” es la pieza más fiel a la familia porque, consciente o inconscientemente, sacrifica el bienestar que brinda la conformidad y la sumisión al sistema, en favor de un bien mayor. Sin duda es un rol natural y necesario que requiere ser aceptado e integrado, tanto por quién ocupa ese lugar en la familia, como por quienes lo juzgan. 

Bajo esta costumbre de confundir lo “normal” con lo adecuado, se han aceptado a través de la historia una multitud de actitudes y creencias, que hoy en día nos parecen absurdas e incluso peligrosas. Éstas se mantienen por pertenecer al sistema y por la comodidad que implica no salir de la “normalidad” establecida. Sin embargo, cuando ya no son adaptativas o funcionales, pueden transformarse gracias a las personas que se atreven a cambiar el status quo. 

Por ejemplo, algunas creencias muy comunes en el pasado, como “no es normal que un hombre realice tareas del hogar” o “no es normal que una mujer vote”, se van transformando lenta y paulatinamente a través de las generaciones. Precisamente, gracias a las personas que cuestionaron y se rebelaron frente al mundo, se trazaron nuevos caminos hacia otros horizontes.

La familia es el núcleo donde se forman las personas que integrarán la sociedad del futuro. En consecuencia es necesario entender que las familias estrictas, inflexibles, intolerantes e incluso tiránicas con sus miembros perjudican su propio desarrollo. En este contexto, la rebeldía de un integrante supone un reto para el sistema familiar, pero también ofrece una oportunidad para mejorar y reajustar su funcionamiento en pro de un nuevo equilibrio.

Es necesario que aprendamos a honrar nuestra vida entendiendo y aceptando que nuestro valor se encuentra en nuestras diferencias y que, precisamente es eso, lo que nos ayudará a cumplir nuestro propósito. Al mismo tiempo, para honrar al sistema familiar debemos atrevernos a romper sus mandatos y a hacer lo que nuestros ancestros no pudieron o no supieron hacer. 

Fuente: Enriccorberainstitute.com