El sucesor de Obama es abominable, pero su proyecto es lo mejor que podría haberle pasado a México. ¿Por qué?
La noticia más positiva es que Trump anuló, con el poder de su firma, el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (ATP abreviado en español o TTP en inglés). Éste era tan maligno, tan dañino para los trabajadores de los países signatarios, que fue negociado en secreto por Obama, Hillary y los gobiernos de Canadá, México, Perú y Chile, así como por Japón, Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Brunei, Singapur y Vietnam.
En marzo de 2015, un borrador del acuerdo, fechado en enero de ese año, estableció que las empresas extranjeras tendrían “mayores poderes para demandar directamente a los gobiernos firmantes en tribunales extrajudiciales, conformados de manera discrecional”.
Peor todavía: las empresas extranjeras iban a tener derecho de “exigir compensaciones, pagadas por los contribuyentes, ante acciones gubernamentales, financieras, de salud, ambientales, de uso de suelo y otras”, cuando consideraran que no eran respetados los privilegios que les otorgaría el ATP. ¿No es Peña Nieto un traidor a la patria por tratar de arrastrar a México a ese estercolero? Lo es, pero las negociaciones empezaron en 2010 y las impulsó Felipe Calderón.
En el marco del ATP, una firma extranjera podría privatizar los mantos acuíferos del país y el suministro de agua a las ciudades, y si el gobierno cediera a las presiones ciudadanas para que los inversionistas dejaran de matarnos de sed, un tribunal, por encima de las leyes internacionales, podría sancionar a ese gobierno y condenarlo a cobrarnos nuevos impuestos para indemnizar a la empresa “afectada”.
Esta aberración se fue al demonio, gracias a Trump, aunque Trump, inspirado en el propio ATP, piense en castigarnos con nuevos impuestos para cubrir los gastos del muro, algo que no sucederá, y no porque Peña se oponga, sino porque Peña, su gabinete asesino y la dictadura salinista que lo respalda, van de salida: su etapa histórica, inaugurada en 1982, ha llegado a su fin.
Trump dice también que va en contra del TLC, pero no sabe, o finge ignorar, que no le bastará con su poderosa firma para echarlo abajo, pues los poderes legislativos de Estados Unidos, Canadá y México tendrían que votar el procedimiento. Para nuestro país, la anulación de la cláusula relacionada con el campo, sería simplemente maravillosa.
Salinas de Gortari aceptó, al firmar el TLC, que México dejara de apoyar a sus productores rurales. Zedillo acabó con los precios de garantía de las cosechas, eliminó los subsidios a fertilizantes, tractores, bueyes, etc., y abandonó a los campesinos a sus miserias, pero aceptó que Estados Unidos brindara todo tipo de asistencia técnica y económica a sus propios farmers. Ya conocemos los resultados. Nuestro campo fue asesinado por Salinas y, en consecuencia, se despobló, y en muchos lugares del país hoy los cultivos predominantes son la mariguana y la amapola.
La dictadura salinista es una maquinaria diseñada para concentrar la riqueza en muy pocas manos y despojar de la tierra, el trabajo, la vivienda, la salud, los alimentos, y por supuesto del dinero, a la inmensa mayoría de la población. No sabe hacer las cosas de otro modo. Sus funciones básicas son imponer políticas públicas inhumanas, y mediante la violencia legal e ilegal, saquear los recursos del país, castigar a la gente de mil maneras y de mil maneras excluirla.
A esto es a lo que el proyecto de Trump se opone. Según él no necesita, que el salinismo continúe obligándonos a emigrar a Estados Unidos para buscar lo que aquí se nos niega. Insiste en que va a deportar a millones de trabajadores mexicanos y que México se rasque con sus propias uñas. Perfecto. Ante tales perspectivas, el salinismo no tiene respuestas, ni imaginación, ni cuadros capaces de impulsar políticas alternativas, ni siquiera una figura electoralmente atractiva para perpetuarse en el poder en 2018.
Si hubiera ganado Hillary, la sucesora de Peña sería Margarita Zavala, estaríamos en el ATP y todo seguiría igual que hoy, con toda la carga de miseria y horrores que esto supone. Trump es un monstruo, sí, pero su proyecto proteccionista nos obligará, después de 35 años, a terminar con el régimen que destrozó este país. Por eso con Trump México se sacó la lotería.
Fuente: Polemon.mx