La frase “no eres tú, soy yo” puede explicar muy bien el fracaso matrimonial, pero no de la forma en que te esperas…
Todo parece miel sobre hojuelas durante las primeras épocas de noviazgo, dos personas que se complementan, se respetan y se aceptan tal como son deciden un buen día irse a vivir juntos sin saber que están a punto de embarcarse en una de las aventuras más dramáticas de otredad a las que un ser humano se puede enfrentar: el matrimonio.
¿Pero qué pasa después de la luna de miel, cuando nacen los hijos o son adoptados y poco a poco los pequeños problemas y desacuerdos se van convirtiendo en grandes dificultades y causales de divorcio? El filósofo Alain de Botton considera que los matrimonios fallan porque los participantes no se conocen bien a sí mismos para empezar. Cuando estamos solteros, creemos que es fácil vivir con nosotros mismos, que somos grandes personas y nuestras pequeñas fallas y neurosis forman parte del panorama cotidiano. Esto es así hasta que debemos enfrentar las pequeñas fallas de nuestra pareja, las cuales se magnifican a través de la cotidianidad.
Mejor sería pensar que ni nosotros ni nuestra pareja somos personas perfectas y terminadas. El mito del romance ideal y de la media naranja sólo se sostiene durante unos pocos capítulos en novelas o películas, pero nunca nos enteramos que pasó después del «…y vivieron felices para siempre». Probablemente lo mejor que podemos hacer si decidimos vivir en pareja sea aceptar vivir en un constante estado de autocrítica, lo cual no implica necesariamente ceder del todo a las demandas de nuestra pareja.
La mejor pareja en realidad es aquella con la que podemos negociar el desacuerdo y donde las discrepancias pueden exponerse de manera racional y empática sin llegar necesariamente a la confrontación. Más que pensar el matrimonio como el fin de la historia, podríamos empezar a planteárnoslo como el comienzo de un viaje de autoconocimiento al lado de una persona que también está viviendo un proceso paralelo al nuestro, y que nos acompaña en nuestros temores sin dejar de sufrir por los suyos propios. No estar de acuerdo en pareja no es una tragedia sino una oportunidad para mejorar al lado del otro, ofreciendo una escucha generosa sobre todo a aquello que no estamos dispuestos a aceptar de nosotros mismos.
Fuente: Pijamasurf.com