¿Estás cansado de descartar una tras otra las esponjas de baño sintéticas? Una opción natural: las esponjas vegetales.
Las denominadas esponjas vegetales son un producto orgánico obtenido a partir de una especie de pepino, que tras ser secado y pelado, se obtiene un esqueleto fibroso similar a la rodaja de un tomate, que resulta perfecto para utilizarse como una esponja para diversos usos domésticos, que van desde el cuidado personal, hasta para lavar los platos.
Esta planta recibe el nombre de Luffa, por lo que es común designar con este nombre también a la esponja resultante, y si bien se trata de una enredadera originaria principalmente de Asia, actualmente se puede cultivar en cualquier clima templado, comenzando a dar frutos en aproximadamente 6 meses. A causa de este rápido crecimiento, y del relativamente rápido procesamiento que recibe cada esponja, es que estos productos naturales cada vez se ven más en el mercado, como una opción saludable a las esponjas sintéticas.
Diferentes usos de las esponjas vegetales.
Si te preguntas qué tiene de saludable una esponja vegetal, te diremos que mucho. En primer lugar, su producción no implica la contaminación del ambiente, como sí sucede con las esponjas sintéticas muchas veces derivadas del petróleo. Además de esto, las lufas o esponjas vegetales poseen una serie de beneficios prácticos y medicinales para nuestra vida. Comenzando por su mayor rendimiento y calidad de fregado, que permite limpiar tanto el cuerpo, la vajilla o para lo que se la utilice, de una forma más eficiente y más duradera, por lo que también implica un ahorro económico, ya que por cada esponja vegetal que utilicemos, necesitaríamos varias de sus pares sintéticas.
Con respecto a la salud, utilizadas en el baño, las esponjas vegetales constituyen un excelente exfoliante natural que permite eliminar callosidades y tejido muerto de la piel con el simple hecho de frotarla suavemente. Además, su aplicación permite despejar los poros de la piel, y genera un estímulo en la circulación sanguínea y puede colaborar a dispersar la celulitis.
Aprende cómo cultivar una planta de luffa.
Si plantas la luffa desde semillas, es recomendable remojarlas previamente en agua sobre algodón para que se hidraten y la cubierta se ablande. Su tiempo de germinación es menor a 8 semanas, y debes tener en cuenta que es una planta que se siembra en la primavera y se cosecha en el otoño siguiente.
Si eliges plantarla en una maceta en tu balcón, procura colocarla cerca de la barandilla para que pueda enrollarse, y ubicarla en un sitio en el que el sol le llegue con facilidad. Para cultivarla, realiza pequeños orificios en la tierra de tu contenedor y coloca las semillas. Cúbrelas con un poco de tierra y riega. También puedes sembrar directamente en la tierra, si cuentas con un jardín para hacerlo. Para eso, procura colocar las semillas a 70 cm de distancia y construirle tutores para que puedan crecer correctamente.
Consejos para cuidar la luffa.
- Procura mantener la planta alejada de las temperaturas frías.
- Procura que la planta tenga un suelo húmedo y con buen drenaje.
- Para saber si las flores que salen en tu planta darán fruto, fíjate en su parte trasera. Si tiene forma redondeada y abultada, ¡saldrán! Ya que se trata de una flor femenina, sino deberás esperar un poco más.
- Cosecha los frutos cuando estén maduros y déjalos secar completamente por dos meses. Ése será el momento para pelarlos; córtales las puntas y realízales una ranura en la cáscara. Las semillas que quites podrán servirte para un nuevo cultivo.
- Luego, lava las fibras y sécalas en un sitio ventilado por aproximadamente siete días. No las coloques al sol, ya que podría secarse demasiado.