Muchas de las estelas de condensación que observamos en las nubes pudieran ser más que eso.
Podría resultar en realidad estelas químicas que son diseminadas en el ambiente para esparcir ciertas sustancias que causan daños en la población, en los cultivos y en el clima.
Las hipótesis surgen dado que no todas las estelas apreciadas en el cielo tras el paso de los aviones exhiben el mismo aspecto y dibujan los mismos patrones en las nubes, algunas son más espesas y tardan mucho más tiempo en desaparecer, estas son las estelas químicas que por lo general solo son esparcidas de forma malintencionada por los aviones cuando estos sobrevuelan grandes ciudades, o cuando están próximos a aterrizar en aeropuertos internacionales muy concurridos.
Según algunos reportes, los chemtrails son esparcidos frecuentemente sobre la población seleccionada, cuando el pronóstico meteorológico indica que se avecina una precipitación, para que el agua sirva como un transportador eficiente de estas sustancias tóxicas, convirtiéndose de forma deliberada en el fenómeno que conocemos como lluvia ácida, ocasionando epidemias, daños en las siembras y contaminación del aire y del agua potable para consumo humano.
El término inglés «chemtrail» es una abreviación de la expresión inglesa «chemical trail», cuya traducción literal es estela química. Algunos afirman que se trata de aumentar su efectividad mediante patrones, por ejemplo, de cruzamiento o mediante rutas circulares o elípticas, hasta conseguir cubrir por completo el cielo con un falso cirroestrato.
Los análisis presentados por los partidarios de la existencia de estelas químicas no son considerados por los críticos como una prueba suficiente. Se critica que en estos estudios no se analizan las nubes, sino el suelo y que los productos encontrados en ellos son normales y no constituyen peligro para la población.
En una encuesta internacional realizada hace unos años, casi el 17% de las personas preguntadas afirmaron creer en la existencia de un Programa Atmosférico Secreto a Gran Escala –SLAP por sus siglas en inglés- a la cual se le conoce comúnmente geoingeniería encubierta, y que ha dado lugar a la creencia y a la pretensión de mostrar la evidencia científica de una fumigación química generalizada vinculada a impactos negativos en la salud humana o el medio ambiente, sin embargo, aún no hay pruebas suficientes que lo demuestren.