Cada año lo mismo: prometes que esta vez SÍ lo vas a lograr. «Voy a bajar de peso,» «Voy a ahorrar,» «Voy a ser mejor.»
Pero la realidad es cruel: a mitad de febrero ya estás cayendo en las mismas excusas, en los mismos patrones. ¿por qué? porque no es el año el que debe cambiar, eres tú. ¿Sabes cuál es el mayor problema? La comodidad.
Te quejas de tu trabajo, pero no renuncias porque «al menos te da para sobrevivir.» Dices que quieres un cuerpo saludable, pero prefieres el netflix y las papas a las 7 p.m. Sueñas con ahorrar, pero cada oferta del 2×1 te deja sin un peso.
No es malo tener propósitos, porque a fin de cuentas el ser humano tiende siempre a ponerse metas. Lo malo es que muchas veces las olvidamos o no las cumplimos por el ritmo de vida que llevamos actualmente o por la poca constancia que tenemos.
Otro factor que obstaculiza el cumplimiento de las metas que nos fijamos a inicios de año, y que en los últimos años ha tomado relevancia, es procrastinar. Procrastinar quiere decir “aplazar un trabajo o una obligación” o, en este caso, propósitos. No cumplir con los propósitos que nos fijamos a inicios de año trae repercusiones negativas, como una baja autoestima, frustración, incertidumbre y ansiedad, entre otras.
Algunas recomendaciones para cumplir nuestros objetivos:
- Ponerse metas pequeñas. Si nuestro propósito es comer sanamente, podemos introducir pequeños cambios en la alimentación de manera paulatina, que nos permitan adaptarnos al nuevo régimen alimenticio al que deseamos llegar.
- Constancia. Mantener nuestros propósitos siempre vigentes a pesar de que tengamos tropiezos y eliminar en lo posible los pretextos que anteponemos como argumentos para abandonarlos. No darnos por vencidos ante las dificultades.
- Buscar soluciones. Si en algún momento encontramos un obstáculo o fallamos en los esfuerzos por alcanzar nuestras metas, es importante no quedarse ahí, es más productivo revisar que podemos hacer para superar las adversidades.
- No tener miedo a los cambios. Si estamos temerosos o inseguros de alcanzar lo que queremos, esto nos limita para continuar. Tener dudas sobre lograr el éxito deseado o enfrentar un fracaso, es algo que puede pasar por nuestra mente, sin embargo, nuestros propósitos deben ser más intensos y fuertes que los temores de no lograr nuestras expectativas, es mejor confiar en uno mismo dejando los pensamientos negativos a un lado.
- Permitirse el error. Equivocarse es parte del ser humano, si en lugar de culparnos, aprendemos de nuestras fallas, lograremos ajustar nuestras estrategias y continuar con los objetivos planteados.
- Rodearse de un entorno positivo. Con frecuencia nuestros pensamientos nos llevan a no confiar en nuestras capacidades y prevalecen pensamientos negativos o catastróficos que nos limitan, asimismo, podemos estar inmersos en un ambiente que promueve la derrota o el fracaso. Tenemos que identificar si existen en nuestra vida estos aspectos para contrarrestarlos y procurarnos un ambiente que nos motive a lograr los propósitos deseados.
Fuente: Unamglobal.unam.mx