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LA COMPARACIÓN, LA CAUSA DEL SUFRIMIENTO

Este modo de existir, comparándonos con los demás no sólo nos hace sufrir, sino que es estúpido e ilusorio. 

Un proverbio dice: «El pasto siempre es más verde del otro lado de la barda». Esta frase describe el estado de insatisfacción y celo que caracteriza al fenómeno de compararnos. La comparación es sin duda un veneno de la mente, puesto que siempre habrá algo más, algo mejor, etc., y sin embargo, es parte arraigada de la mente analítica que conoce las cosas comparándolas con otras, diferenciándolas al cotejarlas.

«La comparación es la asesina de la felicidad». — Matthieu Ricard, budista.

La comparación nos hace desear lo otro de una manera que en general es emocionalmente negativa, con celos, enojo, resentimiento; o suele también producir soberbia, cuando nos comparamos favorablemente; al hacer esto, a la vez, nos distrae del presente, de la verdadera realidad. Vivimos, al compararnos, en el miedo y la esperanza, en el pasado y en el futuro.

Compararnos nos aleja también de la compasión, de desear la felicidad de los demás genuinamente. Se podría argumentar que existe una cierta comparación positiva, cuando nos damos cuenta de todo lo que tenemos y vemos que los demás no tienen y entonces deseamos ayudarlos. Y aunque esto es mucho mejor que compararnos en el sentido común de desear lo que tiene el otro o enorgullecernos de lo que tenemos de todas maneras esta no es la motivación correcta de la compasión en el budismo, la cual es espontánea y sin diferenciación: se busca ayudar a todos de manera ecuánime, no categorizando entre mejores y peores.

Compararnos genera la ilusión de que la existencia es una competencia, algunas personas creen que evolutivamente estamos hechos para competir, pero esta teoría ha sido disputada con ideas como la de la endosimbiosis, que sugieren una evolución cooperativa. De cualquier manera, el ser humano es el animal que busca elevarse por encima de los instintos ciegos de la biología. En lugar de la comparación están la colaboración, la comprensión y la compasión.

Científicamente, y en algunos aspectos filosóficamente, el pensamiento analítico-comparativo es útil, pero esto no necesita llevarse a cabo fuera de un límite muy definido y extrapolarse a una manera de pensar como modo de existencia. La comparación divide y cierra el foco; una mente que no se basa en la comparación es más abierta y tiene la capacidad de unirse con los individuos y las cosas que observa, justamente al no colocarlos en una balanza, al no medirlos y no juzgarlos. El conocimiento directo, la gnosis está libre de comparaciones y conceptualizaciones. Esto es lo que perdemos al comparar: no sólo la felicidad, sino también la sabiduría.

Fuente: Pijamasurf.com