Todas las cosas que consumimos, utilizan agua para su producción. El total usado es la huella hídrica, que va desde 150 litros por una taza de café, hasta 15 mil litros por kilo de carne.
Generalmente asociamos el desperdicio de agua potable a actividades que realizamos todos los días. Cepillarse los dientes sin cerrar el grifo, tomar demasiado tiempo en la regadera o lavar el automóvil con una manguera son algunos de los ejemplos más comunes. Sin duda, son fuentes de desperdicio constantes y preocupantes a nivel mundial, mas no son las únicas que se ven reflejadas en nuestra huella hídrica.
El concepto de Huella Hídrica se usa como referencia para calcular el agua que se utiliza en todo aquello que consumimos y fue creado por Arjen Hoekstra, profesor de la Universidad de Twente, en los Países Bajos. Asimismo, Hoekstra fue co-fundador, director y, actualmente, parte del consejo de la organización Water Footprint Network, que se dedica a realizar investigaciones sobre el fenómeno y asesorar a aquellos que deseen modificar su huella hídrica alrededor del planeta.
El cálculo incluye la cantidad de líquido vital que se utiliza en cada etapa de producción de los productos que compramos. Por ejemplo, en el caso de una playera de algodón, el impacto de su huella hídrica en el ambiente tomaría en cuenta el agua que se usó y contaminó para regar una cosecha de la materia prima y transformarla en un textil listo para ser usado.
Las cifras resultantes (en litros o metros cúbicos) se utilizan para optimizar procesos industriales, detectar focos rojos al interior de cada país, conocer el impacto geográfico que el uso del agua produce y saber a ciencia cierta el impacto que reciben nuestras reservas de agua con cada nuevo producto.
La Water Footprint Network divide en tres categorías la manera en que nuestra huella hídrica impacta el ambiente. La huella hídrica verde hace referencia al agua de lluvia que se utiliza en el proceso de fabricación, por ejemplo, en plantíos. Por su parte, el color azul alude al líquido que se extrae de fuentes superficiales o subterráneas, generalmente de agua dulce, y que se evapora. Para terminar, el identificador gris tiene en cuenta la calidad del agua gastada y su grado de contaminación.
Así, por ejemplo, para poner a disposición del público un kilo de almendras, se gastan más de 16 mil litros de agua. ¿Un kilo de carne? 15 mil ¿Chocolate? 17 mil ¿Semillas de vainilla? 126 mil. Cada decisión de consumo, acarrea un costo para el planeta y nuestro futuro.
El Foro Económico Mundial estima que más de 800 personas alrededor del mundo no tienen acceso a fuentes seguras de agua, asimismo, para el 2030, la demanda por el vital líquido crecerá en un 40% y será imposible de cubrir. Este cambio afectará gravemente la economía mundial, impactando de manera negativa en el precio de los alimentos y productos que consumimos.