Por sus propiedades alucinógenas, el peyote se utiliza desde la época prehispánica con fines ceremoniales, de meditación y sanación.
A lo largo de la historia, el hombre ha empleado un sinnúmero de plantas para diferentes usos: alimenticio, medicinal, ornamental y para la fabricación de albergues y viviendas. Su curiosidad por explorar en lo profundo de la mente y del espíritu, llevó a diversas culturas en todo el mundo a utilizar ampliamente las plantas alucinógenas en la meditación, cura y adivinación.
Hace al menos 2 mil años, en el Nuevo Mundo comenzó a utilizarse el peyote y, gracias a sus poderes curativos y a su capacidad para inducir visiones, llegó a ser parte integral de la cultura de muchos pueblos. México es el país del mundo con mayor variedad de alucinógenos y con más diversidad en su uso por parte de los diferentes pueblos indígenas. Indudablemente, el peyote y el hongo —conocido por los mexicas como teonanacatl, «la carne de los dioses»— son los alucinógenos sagrados más importantes.
La civilización mexica tenía un gran conocimiento del uso de las plantas y usaba una enorme variedad de ellas con fines medicinales. Desde épocas prehispánicas, los indígenas han considerado el peyote como una planta divina que les confiere la posibilidad de curar enfermedades, tener buenas cosechas, predecir el futuro y ser valerosos en las batallas, además de transferirles poderes telepáticos.
Durante la Conquista, la civilización mexica horrorizó a la sociedad católica del siglo XVI por los sacrificios humanos y el uso de plantas sagradas. Éstas fueron vistas como malignas y diabólicas, por lo que se hizo una destrucción sistemática de su amplio conocimiento etnobotánico. En 1571, la Inquisición llegó a México y, para 1620, se declaró de manera oficial que el uso del peyote era un culto satánico y se prohibió terminantemente. No obstante, a pesar de la interdicción católica algunos líderes de la Iglesia trataron de juntarse con grupos indígenas en ceremonias religiosas y curativas.
LAS PLANTAS DE LOS DIOSES.
A pesar de la destrucción de toda la cultura botánica mexica, el conocimiento de algunas plantas se rescató gracias a cronistas y médicos españoles interesados en el tema. Así, aparentemente la primera referencia al peyote la hizo fray Bernardino de Sahagún en «La historia general de las cosas de la Nueva España». En ese manuscrito, en la sección que habla sobre plantas medicinales, se describe una raíz a la que llamaban peyotl —que en náhuatl se refiere a una planta con raíz blanca tuberosa—, y se dice que aquellos que la comían o bebían no necesitaban vino.
La primera descripción completa del peyote se halla en un tratado de hierbas mexicanas, llamado «De historia plantarum Novae Hispaniae», escrito por Francisco Hernández (médico particular del rey Felipe II de España) quien pasó cinco años recopilando información botánica de aproximadamente 300 plantas en latín, español y náhuatl. Distinguió dos tipos de peyotl: xochimilcensi y zacatecensi y, aparentemente, sólo el segundo es el verdadero peyote. Muchas otras especies de cactáceas contienen un gran número de sustancias alcaloides, pero ninguna de ellas tienen tanta historia y magia como el peyote.
Una de las primeras descripciones médicas acerca de los efectos de esta cactácea es la de Juan de Cárdenas, cuyo trabajo se publicó en 1591, bajo el título «Problemas y secretos maravillosos de las Indias», y donde describe la diferencia de los efectos del peyotl en el cuerpo y la mente.
En la actualidad, esta planta es considerada sagrada por varios pueblos indígenas de México, particularmente los tarahumaras y los huicholes, quienes la llaman híkuri o jiculi. Los huicholes conservan y practican una ancestral ceremonia: recorren cientos de kilómetros para llegar a Wirikuta, San Luis Potosí, que es la tierra sagrada del peyote y, según ellos, el centro del mundo. En esta peregrinación, los huicholes identifican al peyote con el venado y emprenden una cacería para obtenerlo.
SUS USOS, FARMACOLOGÍA…
Uno de los principales usos entre los indígenas de México y los indios de los EE.UU. es el terapéutico, lo cual explica en gran medida la diseminación del peyotismo de México a la Unión Americana. Dada su capacidad de inducir alucinaciones, el peyote se convirtió en la medicina más potente para ahuyentar el mal o las influencias sobrenaturales.
Edward Palmer, quien realizó extensas investigaciones botánicas en México durante el siglo XIX, reportó que el peyote se utilizaba como remedio para la fiebre, para incrementar la lactancia, para calmar dolores de espalda y para inducir un sueño reparador. También se utilizaba conjuntamente con otras plantas para aliviar enfermedades más graves.
Wendell C. Bennett, Robert M. Zingg y Robert Bye, en su estudio de la cultura tarahumara, describen que el peyote es utilizado para curar enfermedades como el reumatismo, para tratar mordeduras de serpientes y alacranes y para aliviar contusiones. Bye describe que el peyote permite al chamán ayudar al alivio de su paciente.
El primer reporte de presencia de alcaloides en el peyote fue realizado por Louis Lewin, farmacólogo alemán, de ahí que uno de los primeros nombres, sin validez botánica, que se le dio al peyote fue Anhalonium lewinii, aunque el descubridor de uno de los alcaloides, la anhalonina, fue John R. Briggs, un médico estadounidense que escribió acerca de sus efectos en 1887, desatándose así el boom del peyote.
En muchos estudios farmacológicos posteriores se describieron los diversos efectos de sus alcaloides. Arthur Heffter, otro farmacólogo alemán, descubrió un alcaloide más, al que denominó pellotina; asimismo, logró identificar otros tres alcaloides y determinó que uno de ellos, la mescalina, era el principal agente psicoactivo del peyote. Éste fue el primer compuesto alucinógeno identificado por el químico austriaco Ernst Spath.
A la fecha, más de 55 diferentes sustancias alcaloides han sido aisladas y caracterizadas en el peyote, de las que también se han descrito sus efectos. El principal alucinógeno es la mescalina, que actúa directamente sobre el sistema nervioso central provocando alucinaciones básicamente visuales, aunque también pueden experimentarse alucinaciones auditivas, olfativas, táctiles y gustativas. Por sus propiedades psicoactivas, la mescalina fue la primera sustancia alucinógena en utilizarse en estudios psiquiátricos, principalmente para el estudio de la esquizofrenia.