Muchas veces utilizamos palabras sin saber su origen o su verdadero significado, es por eso que te las aclaramos para que las uses correctamente.
La dama por lo general, si bien solía llevar una calidad de vida muy elevada e interesante por su permanente actividad social, era en la mayoría de los casos una sombra de una figura masculina, principalmente del padre hasta la adultez y del marido luego.
Así, la dama no ejercía nunca un rol determinante en las decisiones de la familia, no participaba políticamente, no tenía poder de decidir sobre su propio presupuesto, no podía tampoco hacer actividades sin el consentimiento de su marido o padre y, mucho peor, no podía sostenerse por sí sola en términos económicos ya que las mujeres consideradas damas no podían trabajar. Esto significaba que siempre dependía de otros y nunca podía terminar de ser independiente o libre.
La raíz etimológica de la palabra dama proviene del latín domina, que era la forma femenina de dominus, este ultimo equivalente de Señor. Entonces domina pasó al castellano abreviada en dama (y al francés dame), al italiano llegó como donna pasando al castellano doña y enseguida como dueña.
El concepto de dama es un concepto muy complejo que tiene que ver con la distinción que la mujer mantuvo por mucho tiempo (y que mantiene hoy en día) en algunos grupos o sectores sociales y que representa no sólo cuestiones superficiales como elegancia o delicadeza sino además cuestiones mucho más profundas como familia, herencia, nobleza, etc. Hoy en día el término ha caído en gran desuso aunque todavía haya mujeres que se sigan designando a sí mismas con ese nombre, mujeres que pertenecen a círculos sociales altos y muy exclusivos a los que no cualquier mujer puede pertenecer. En el lenguaje coloquial puede referirse a mujeres educadas y respetuosas.
Históricamente, el término de dama siempre ha sido usado para referirse a mujeres que han pertenecido a los círculos o grupos sociales más altos de una comunidad o sociedad. Este título representaba un tipo de mujer que pertenecía a una familia de importancia, que poseía un muy buen pasar económico y social, y que podía estar muy bien educada (aunque esto no era excluyente si tenemos en cuenta que en muchas sociedades tradicionales la mujer no accedía a la educación libremente como el hombre). La dama, además de tener que moverse sólo en su selecto grupo social, debía manejarse con protocolos y modales altamente definidos para los que cualquier omisión, error o rebeldía podían significar una falta muy grave.
Otro dato curioso es la palabra Mujer, ésta viene del latín mulier, que algunos textos relacionan con el adjetivo latino mollis, que significa «blando», raíz de la que también derivarían mullido y molusco. Según esta interpretación, la palabra «mujer» haría referencia a la «debilidad» atribuída al sexo femenino. Sin embargo, parece que esta relación no tiene una base lingüística sólida, y se debe más bien a prejuicios que arrastramos desde la época del imperio romano.