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DE NIÑO NO TE GUSTABA LA CERVEZA, AHORA LA AMAS ¿POR QUÉ?

Influyen varios factores, como su sabor amargo y su función social.

Piensa en el primer trago de cerveza que bebiste en tu vida. ¿No te salió un «puaj» de puro asco? Sin embargo, actualmente no es lo que sientes cuando organizas unos drinks entre amigos.

Para entender este fenómeno, hay que remontarse a la infancia. «Existe una explicación vital», de acuerdo a Nicolas Darcel, maestro de conferencias sobre nutrición en AgroParisTech y profesor de Neurociencias del comportamiento alimentario. «Enseguida nos gusta todo lo graso y lo dulce, pues son sabores que ayudan a los humanos a crecer. Pero rechazamos lo amargo, ya que este sabor suele estar asociado a alimentos tóxicos o no aptos para el consumo». 

Y resulta que la cerveza es un producto amargo. «Si no nos gusta la cerveza la primera vez es porque no hemos aprendido a que nos guste», dice el investigador. El característico amargor de la cerveza debido al lúpulo explica en parte esta aversión del principio: «Las sustancias amargas no abundan en la alimentación moderna. No es un sabor que nos hayan inculcado». No obstante, nada de esto impide que acabemos amando esta bebida fermentada. Se trata de un proceso muy sutil y complejo, hay que tener en cuenta estos tres elementos:

  • El aprendizaje del gusto amargo: Nuestro sistema gustativo se transforma. Creo que esta evolución permite diversificar la alimentación.
  • El efecto del alcohol: Tiene un efecto calmante y procura una sensación de bienestar al organismo. Poco a poco, asociamos la cerveza a esa sensación.
  • El factor interindividual: Sueles exponerte al consumo de cerveza desde la adolescencia. Socialmente está aceptado ir a beber cerveza entre amigos.

Se trata, por tanto, de un fenómeno tanto biológico como social. Es la asociación de estos dos factores la que hace que tantas personas adoren la cerveza. Ese momento de bienestar que se instala en ti desde el primer trago —o incluso desde que te la sirven— está ligado a la liberación de dopamina en el cerebro. La absorción de alcohol es como un tipo de ritual al que nuestro organismo se habitúa poco a poco, que produce placer y al que con el tiempo cuesta renunciar.

No hace falta recordar que NO es obligatorio aprender a amar la cerveza (y mucho menos por la presión social). Pero ahora ya sabes por qué te gusta tanto esa sutil mezcla de amargor y alcohol con un toque dulzón, y no olvides consumirla con moderación.