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Ante futuras pandemias, México debe renunciar a comida chatarra y ultraprocesada

La comida chatarra y ultraprocesada forma parte de la alimentación de muchos mexicanos y tal situación podría seguir afectando para futuras pandemias

La clave en la letalidad de esta pandemia entre las personas que padecen obesidad es la inflamación crónica que genera esta condición en el cuerpo, que puede afectar el sistema inmune y la función pulmonar, ambos fundamentales en la lucha contra el COVID-19, expone un resumen de la investigación médica difundido por la Alianza por la Salud Alimentaria.

Desde los primeros días de la pandemia, el gabinete médico del Gobierno mexicano ha resaltado que la prevalencia de enfermedades como sobrepeso/obesidad, diabetes, hipertensión, insuficiencia renal y cardiovasculares son derivadas de la mala alimentación y han facilitado más del 40 por ciento de las muertes de mexicanas y mexicanos por COVID-19.

En lo que ya es considerado el mayor estudio entre personas afectadas por COVID-19 en Estados Unidos, un grupo de investigadores liderados por Christopher M. Petrilli identificaron a la obesidad como la condición crónica con la mayor asociación a padecimiento crónico por coronavirus y como uno de los principales factores de hospitalización entre 4 mil 103 casos analizados en Nueva York entre el 1 de marzo y el 2 de abril. El 71.9 por ciento de estos casos presentó al menos una enfermedad crónica.

Tras la revelación de los datos que comprueban la letalidad del COVID-19 ante la comorbilidad por enfermedades crónicas, la sobreoferta de alimentos ultraprocesados y sus efectos en la salud ha vuelto a la conversación pública, pero ni la evidencia científica disponible ha podido convencer a segmentos críticos de la población, incluyendo a periodistas y líderes de opinión. Muchos de ellos continúan abordando el tema con filtros ideológicos.

Un argumento común entre los críticos de regulaciones más astringentes para los alimentos ultraprocesados es que estas medidas no alcanzan a la comida de la economía informal, la que se vende en los puestos de tacos, tamales, quesadillas, tortas o cualquier otra del variado repertorio popular mexicano. La ’verdadera’ causa de obesidad y enfermedades crónicas es la ’fritanga’ que come el grueso de la población, señalan incluso en cartones.

La omnipresencia de la comida chatarra en México y su desplazamiento de la comida tradicional es tal, que a fines de 2018 la subdirectora de salud pública de la Organización Mundial de la Salud (OMS) la describió como ’inaceptable’.

Clasificar los antojitos mexicanos como no alimento recomendable y ponerla junto a la comida rápida es un error que no permite identificar distintos niveles de calidad en el vasto universo de la comida tradicional mexicana, el cual la Ensanut podría corregir desagregando mejor sus datos, recomendó la nutrióloga Ana Larrañaga.

Como ejemplo, Larrañaga refirió a los tlacoyos, uno de los tantos productos disponibles en puestos callejeros de México. Tradicionalmente hechos con maíz nixtamalizado azul, queso, frijoles o habas, y cocidos en comal, los tlacoyos son ricos en proteínas, fibra, antioxidantes y compuestos que regulan el colesterol y los niveles de glucosa en la sangre. Valores nutricionales similares pueden hallarse en sopes, tacos, tlayudas, tetelas, corundas y tantos otros antojitos tradicionales, en su mayoría elaborados con los ingredientes típicos de la gastronomía mexicana.

«Si la comida mexicana fuera la raíz del problema hubiéramos visto el incremento en las cifras de obesidad muchísimo antes que la llegada de los productos ultraprocesados y no es así», aseguró Larrañaga. «Vimos el incremento desde que comenzaron a aumentar en México los puestos de comida rápida, desde que se empezaron a llenar las escuelas de papitas, helados, refrescos y todos estos productos».

Fuente: Emmanuelameth.com.mx