Los Temachtiani, los maestros mexica de escuela, eran verdaderos eruditos cuidadosamente designados.
De ellos dependía la enseñanza de los conocimientos atesorados en los códices. El maestro podía proceder de cualquier estrato social, pero debía ser un hombre maduro con el corazón puro y de rostro sabio, respetable por sus costumbres y sus buenos procederes. Debía, además, ser capaz de lograr de cada alumno “un rostro y un corazón”.
Miguel León Portilla, quien retoma del códice “Historia General de las Cosas de Nueva España” (Códice florentino) escribió:
TEMACHTIANI
Maestro de la verdad no deja de amonestar. Hace sabios los rostros ajenos, hace a los otros una cara tomar. Los hace desarrollarla. Les abre los oídos, los ilumina. Es maestro de guías, les da su camino. De él uno depende. Pone un espejo delante de los otros, los hace cuerdos y cuidadosos, hace que en ellos aparezca una cara… Gracias a él la gente humaniza su querer, y recibe una estricta enseñanza. Hace fuerte los corazones. Conforta a la gente. Ayuda, remedia, a todos atiende.
Mediante esta ilustrativa descripción del Temachtiani podemos percatarnos de que el maestro náhuatl tenía dos atribuciones principales: por un lado, debía lograr que sus discípulos conocieran y desarrollaran un rostro sabio; y por otro lado los hacía buscar, desarrollar y perfeccionar su voluntad, humanizándola y haciéndola inquebrantable.
En la sociedad mexica el maestro era objeto de admiración y de respeto por parte de sus discípulos y de la sociedad en su conjunto. Pues en su persona reflejaba la sabiduría encarnada como lo revela este fragmento del “Código matritense”, citado por Jiménez Alarcón, Concepción:
El sabio: una luz, una tea, una gruesa tea que no ahuma. Un espejo horadado, un espejo agujerado por ambos lados. Suya es la tinta negra y roja, de él son los códices, de él son los códices, El mismo es escritura y sabiduría. Es camino, guía veraz para otros. Conduce a las personas y a las cosas, es guía de negocios humanos. El sabio verdadero es cuidadoso (como un médico) y guarda la verdad.
Además de su condición de maestro-sabio versado en astronomía, artes, administración tributaria, matemáticas, técnicas de construcción y agricultura, en la sociedad mexica el Temachtiani tenía un lugar prestigioso en la escala social. Prueba de esto es que generalmente residía en los templos y que era consultado con veneración para escuchar sus sabios consejos en asuntos de diversa índole, como la siembra, los nacimientos y relación con las energías creadoras. Esto lo podemos constatar en el siguiente fragmento, tomado de Léon Portilla:
Más señores nuestros hay que nos guían, nos gobierna, nos lleva a cuesta. Los que ven, los que se dedican a observar. El curso y el proceder ordenado del Cielo, cómo se divide la noche. Los que se vuelven ruidosamente las hojas de los códices. Los que tienen en su poder la tinta negra y roja y lo pintado. Ellos nos llevan, nos guían, nos dicen el camino. Quienes ordenan cómo cae el año, Cómo sigue su camino, la cuenta de los destinos y los días y Cada una de las veintenas. De esto se ocupan, a ellos les toca hablar de las esencias dadoras de vida.
Fuente: Matadornetwork.com/es