A pesar de la invasión europea a América, los pueblos nativos lograron mantener viva su cultura.
Si bien no en una forma pura, sí a través de un sincretismo que les ha permitido conservar parte de su esencia. Entonces, lo que a simple vista parecía la celebración de las festividades católicas, estaba en realidad impregnado de la devoción a sus dioses ancestrales.
Es sabido que muchos de los templos prehispánicos fueron derribados para poner en su lugar una iglesia católica, lo cual no fue bien recibido en su tiempo, claro está. Pero, ¿qué pasó con la fe de los pobladores nativos? ¿Desapareció?. No. Simplemente se fue amalgamando con las nuevas creencias traídas por los españoles. Aquí cuatro peregrinaciones que se vienen llevando a cabo desde tiempos prehispánicos.
Peregrinación al Tepeyac.
Justo ahí donde hoy está la famosa Basílica de Guadalupe se encontró alguna vez el templo dedicado a Tonantzin, que era la madre venerada de todos los habitantes de Anáhuac. Al ver la fervorosa devoción que los nativos le tenían a esta deidad, los españoles derribaron el templo y, en su lugar, colocaron el de la Virgen de Guadalupe.
A este lugar acudían miles de personas desde muy lejanas tierras, según narra Fray Bernardino de Sahagún durante las mismas fechas en que hoy se celebra la peregrinación:
“Venían a ella de muy lejanas tierras, de más de veinte leguas de todas las comarcas de México, y traían muchas ofrendas: venían hombres y mujeres y mozos y mozas a estas fiestas. Era grande el concurso de gente en estos días y todos decían ‘vamos a la fiesta de Tonantzin… y vienen ahora a visitar a esta Tonantzin de muy lejos, tan lejos como de antes, la cual devoción también es sospechosa, porque en todas partes hay muchas iglesias de Nuestra Señora, y no van a ellas, y vienen de lejanas tierras a esta Tonantzin como antiguamente.”
Ya puedes ver que los nativos comenzaron a visitar la Basílica movidos por el amor y el respeto que sentían por Tonantzin.
Peregrinación a Chalma.
En este lugar, se dió alguna vez el culto al dios Ozteotl, que era el señor de la cueva, de los cazadores, al que acudían a ver también de todas partes para agradecer por el alimento que el dios les brindaba.
Los asistentes ofrendaban al dios, animales, flores e incienso, esperando que con ello limpiará “las inmundicias” que sería el equivalente a los pecados; hoy se sabe que la peregrinación al Señor de Chalma concluye el miércoles de ceniza, que es también un equivalente al día en que se limpian los pecados católicos, lo que nos indica que los españoles hicieron coincidir las fechas de las fiestas para poder evangelizar a los nativos.
Al ver la devoción que los nativos le tenían a ésta deidad, los españoles derribaron su templo y en su lugar colocaron el de el Cristo de Chalma. Con el tiempo, y a pesar de que las peregrinaciones continuaron como siempre, la devoción del pueblo dejó de pertenecerle al antiguo dios. El resto, ya es historia. Hoy podemos ver a los miles de peregrinos acudir a ver la supuesta milagrosa imagen, entre banda, mariachis y los famosos chinelos.
Peregrinación para ver a la Virgen de Izamal.
Itzamná es uno de los lugares más sagrados de la región maya, pues es ahí donde se dice que fue enterrado este mítico personaje que enseñó a los mayas gran parte de su conocimiento. Para el año 1575, sin embargo, una vez más los españoles, al notar la gran afluencia de gente que venía de todos los rumbos de la región en peregrinaciones, derribaron el templo y colocaron el de la virgen de Izamal.
Peregrinación para ver a la Santa Muerte.
Si bien este es un culto prácticamente nuevo y creciente, el cual tiene raíces católicas, africanas y prehispánicas, cabe mencionar que la muerte es un personaje muy importante dentro de la cosmovisión prehispánica. Recordarás seguramente a Mictlantecuhtli, el dios mexica de los muertos, quien poseía su propio reino, señor último al que uno podía ver de frente una vez terminada su existencia en el mundo de los vivos.
Ya que para los católicos la muerte juega un papel transitorio, y los mexicas no contaban con una versión del “infierno”, Mictlantecuhtli no tuvo lugar dentro de la religión cristiana y simplemente fue dejado al olvido. Sin embargo, de unos años para acá, tal parece que esta deidad se ha vuelto más vigente en la ciudad de México, donde en 2007 recibió su registro oficial y ahora cuenta con su santuario en el barrio de Tepito.
Fuente: Matadornetwork.com