Un municipio de Oaxaca ha tomado la mejor decisión en su historia: prohibir la venta de unicel.
San Bartolo Coyotepec, hogar de las artesanías de barro negro, se encuentra a 30 minutos de la capital oaxaqueña en medio de un triángulo de desechos provenientes de las aguas del Río Atoyac y del basurero de Oaxaca de Juárez en Zaachila.
Por su localización, los ciudadanos de esa población han sufrido una epidemia de enfermedades estomacales y respiratorias en los últimos tiempos. Para poner fin a su desagradable situación, los más de 8 mil habitantes de ese municipio, han eliminado de sus fiestas y convivios los platos, vasos, charolas y cualquier utensilio fabricado con unicel, como parte de una iniciativa para expulsar el unicel impulsada hace ocho años y retomada este año por el Comité de Salud de San Bartolo, siguiendo los pasos de ciudades como San Francisco, Oakland, Seattle y Nueva York.
Entre las acciones que se han implementado con éxito resalta la limpia de arroyos, campos, Río Atoyac y márgenes de caminos; la participación de los niños como vigilantes y promotores del cuidado al medio ambiente; las multas de hasta 10 salarios mínimos para las personas sorprendidas quemando basura o tirándola en lugares no aptos; así como la desaparición de platos, vasos, charolas y otros objetos elaborados con poliestireno expandido, comúnmente conocido como unicel, que no se venden más en el municipio.
El ayuntamiento por su parte ha puesto a disposición de la población cinco mil platos, cucharas, tazas, vasos y jarras de manera gratuita para reforzar la acción y eliminar el consumo de unicel para siempre. San Bartolo Coyotepec es un ejemplo a nivel nacional, pues sus habitantes ya están viendo resultados y la calidad de vida en esa población comienza a mejorar.