Esta es la receta para escapar de la Matrix y conseguir el estado de un Cristo o un Buda, según Philip K. Dick.
Philip K. Dick dijo en una conferencia en 1977: «Vivimos en una realidad programada computacionalmente y la única pista que tenemos es cuando una variable es cambiada y una alteración en nuestra realidad ocurre». Sus ideas prefiguran indudablemente la noción desarrollada en la trilogía The Matrix. Una serie que tiene notables influencias budistas (la Matrix del budismo se llama samsara) y que ha producido la gran metáfora de nuestro tiempo para referirse a una sensación milenaria: la sospecha de que el mundo que experimentamos convencionalmente es una ilusión.
Según Dick: «Si existe la felicidad, debe de surgir de voluntariamente entregar el propio ser en intercambio por participar conscientemente en el destino de la unidad total». En otras palabras, el héroe de la Matrix, el bodhisattva, el hacker, es aquel que descubre que la realidad más allá de la ilusión del programa o simulacro es una completa interdependencia entre todos los seres, lo cual es la semilla indestructible de la compasión.
La motivación de la compasión, de la renuncia y la entrega en favor de los demás es la sabiduría de que los otros son parte de mí; si el universo entero es la experiencia de un sólo cuerpo o mandala, entonces la compasión surge de manera tan espontánea como cuando uno quita los dedos del fuego (ese fuego es el samsara, es la Matrix). En el budismo tántrico, la compasión constituye el insuperable método (upaya) para alcanzar la iluminación y despertar del sueño del samsara.
Este intersticio divino en la arquitectura de la Matrix, que Dick descubre como la compasión, es justamente lo que unen al budismo y al cristianismo. El acto crístico es un acto de compasión pura: sacrificar su vida para salvar a los demás; coincide con el juramento del bodhisattva: dedicar incontables vidas a liberar a todos los seres, permanecer dentro del samsara hasta que todos los seres alcancen la liberación.
Dick escribe que: «la cualidad más alta de la compasión es el único poder capaz de resolver el laberinto… La verdadera medida del hombre no es su inteligencia o su éxito en este sistema demente. No, la verdadera medida del hombre es esta: qué tan rápido puede responder a la necesidad de los demás y qué tanto de sí mismo puede dar».
En la película The Matrix: Revolutions, el clímax de la saga se produce con un enfrentamiento entre el Agente Smith y Neo. Neo logra conquistar el último obstáculo, así reconociendo completamente su propia naturaleza búdica como «The One», convirtiéndose antes en su enemigo, absorbiéndolo en él mismo a Smith. Al lograr esto, la Matrix estalla en la vacuidad que siempre fue, sólo vacío radiante.
Para el budismo mahayana la vacuidad necesariamente implica la compasión y viceversa. Las cosas están vacías ya que no tienen existencia inherente, no existen desde su propio lado sino solamente en interdependencia con todas las otras cosas; la compasión surge espontáneamente de reconocer esta interdependencia, incluso podríamos decir que la compasión es esa misma interdependencia: el acto reflejo que surge espontáneamente de saber que en cada cosa se reflejan todas las otras cosas.
Dice Dick: «Somos cosmocrators olvidadizos, atrapados en el universo de nuestra propia hechura». Es la ignorancia de que este mundo es generado por nuestra propia mente la que perpetúa el estado de sufrimiento, la que sigue reproduciendo un sueño. Sufrimos y sentimos dolor porque creemos que el sueño es real y que estamos separados de los otros, pero ese mismo sufrimiento es lo que nos motiva a actuar, descubrir la verdad y despertar. «En un sentido muy real, el dolor que sentimos como criaturas vivientes es el dolor de despertar… la presión de este dolor nos motiva a buscar respuestas o, lo que es lo mismo, nos motiva a una mayor conciencia». Este es exactamente el entendimiento de la primera noble verdad del Buda.
Fuente: Pijamasurf.com