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¿QUIÉN ES BANKSY?

A través del tiempo, la expresión artística se ha enfrentado a un problema constante: cada quien entiende lo que quiere.

Hace como 25 años, en la pequeña ciudad de Bristol, un/una adolescente, quien firmaba como Banksy, empezó a rayar paredes sin imaginar que se convertiría en una de las voces artísticas más influyentes de su generación.

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¿Cómo es que Banksy llegó a ser “Banksy”?

Para empezar, nadie nos quiere decir quién es Banksy. De vez en cuando se reporta que ya lo/a agarraron o que descubrieron su identidad, pero no, nada oficial. Detrás del velo de misterio de su identidad, pasó de ser un street artist más y evolucionó hasta convertirse en una idea. Imitado/a por miles, Banksy es hoy el símbolo del mundo del arte que nos habla de la ironía que hay en nuestra existencia, la resistencia a nuestros impulsos reprimidos por las reglas de la sociedad y el sistema que odiamos, pero que no podemos evitar sostener.

Cuando comenzó a usar el estencil como técnica, encontró el núcleo de su obra, al menos por un tiempo, pues le permitía hacer sus pintas más rápido, y así intervenir en lugares más vistosos y reducir el riesgo de que lo detuvieran. Poco a poco fue descubriendo que esta técnica tenía más beneficios que otros artistas ya estaban aprovechando: es altamente replicable, lo que hace que sea fácil de difundir; es cruda, contrastada y directa… no tiene la delicadeza de la sonrisa de la Gioconda, pero cumple. Y luego llegó la popularidad de Internet.

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La nueva era digital le permitió que el mensaje sobreviviera y que pudiera ser apreciado por gente del otro lado del mundo, además de conservarse para el futuro. La introducción del trabajo de Banksy al mundo digitalizado se convirtió en el más fuerte pilar de su fama, ya que permitía que aún si sus mensajes desaparecían al ser cubiertos por los dueños de las paredes que vandalizaba.

Fue entonces que comenzó a separarse del grafitti y exploró nuevos medios en el street art. Suena a lo mismo, pero mientras el graffiti, por el que ya se le conocía, era básicamente pintar paredes, encontró que el espacio público en su totalidad debía ser su lienzo de expresión. Hacia mediados de los años 2000 experimentó interviniendo cabinas telefónicas, calles abandonadas, hizo billetes con la imagen de la Princesa Diana, buscando expandir sus medios de expresión.

El muro de Cisjordania era su próximo objetivo. Una construcción señalada como fuera de la ley por la Corte Internacional de Justicia se convertiría en el lienzo de las obras más políticamente cargadas de su carrera, con un mensaje claro que hacía cuestionarse la propia existencia del muro, invitando a derribarlo al menos de una manera ideológica.

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Arte en cuestión.

Vivía en los dos mundos, representaba a la voz de las calles, criticando al despiadado sistema capitalista que nos priva de la libertad que merecemos, pero a la vez estas protestas se vendían en subastas alcanzando los millones, una situación irónica. Banksy era ahora una marca.

Se enfrascó en una relación amor-odio con el mundo del arte. En su natal Bristol ya era visto como parte del sistema, otro soldado de barrio que no había podido escapar a las mieles del capital. Mientras sus piezas se seguían vendiendo por muchísimo dinero entre coleccionistas, él, por ejemplo, ponía un stand en Central Park donde vendía otras piezas valuadas en miles a tan sólo $60 dólares. Lamentablemente las cosas cambian siempre. Gracias a esta nueva imagen  pública y las consecuencias de la comercialización y masificación de su obra, la relación entre Banksy y su representante Steve Lazarides terminó.

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En tiempos más recientes regresó al Reino Unido y en 2015 abrió por una temporada Dismaland, un parque de diversiones-críticas al Reino Unido y EE.UU, la industria petrolera y bueno, en realidad a casi todo el mundo. Parece que después de su estancia y actividades en Estados Unidos, Banksy volvía para intentar despertarnos del espejismo del entretenimiento, que convive con el hambre, la contaminación, la guerra, la esclavitud moderna y nos refleja cómo nosotros toleramos todo esto con la única condición de que tengamos con qué divertirnos y distraernos.

Si pusiéramos toda la obra de Banksy en un cuarto encontraríamos un elemento central: la resistencia. En todas las etapas de su obra se ven mensajes como: «Si eres un marginado, resiste al sistema, cuestiónalo»; «Si eres parte del sistema, ríete de él, exprímelo y atrápalo en su propio juego»; «Si quieren saber tu identidad, pregúntales quiénes son ellos». En general el mensaje podría ser: «No importa lo que pase, resiste».

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Vía: Algarabia.com