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¿CONOCES EL ESCUDO DE ARMAS DE TEXCOCO?

No basta con sentirse orgulloso de ser texcocano, también es importante conocer su historia. 

Un escudo de armas es una representación gráfica, generalmente con forma de escudo, que contiene los emblemas y a veces también los lemas que representan simbólicamente una nación, una ciudad, un linaje, etc.

Escudo de armas de Texcoco.

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La historia cuenta que el cacique Don Fernando Pimentel y Alvarado, se presentó en el año de 1551 ante el emperador Carlos V, pidiendo el título de ciudad para su patria: Tescuco, y que el escudo de armas fuera el mismo que usaban sus antiguos reyes.

El coyote, que con su boca sostiene el escudo es símbolo del famoso rey Nezahualcóyotl de la nación chichimeca, en cuyos descendientes acabó este reinado. La montera, capucha o casco que se halla sobre el escudo con dos borlas en la parte superior era insignia de las personas reales que la usaban por adorno.

En el cuartel de la derecha están el vestido militar que nombraban Xiquipile sostenido de dos águilas, la macana, la rodela y la caxa o tambor, que usaban en sus batallas lo llamaban tlanpanhuehuetl. En el cuartel de la izquierda, se ve un cerro que dista poco menos de una legua de la ciudad, conocido hoy como el  Tetzcutzingo. Éste era paseo o recreación de los reyes, estaba cercado, el brazo y mano con la flecha denota que era sitio vedado, donde nadie podía entrar sin licencia.

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La Torre o Castillo de la derecha, significa el que mandó a fabricar Nezahualcóyotl en honor al creador del cielo, y el de la izquierda, que arrojado humo es triste memoria de Chimalpopoca, rey de México, que obtuvo en feudo la ciudad de Tescuco por el tirano Tezozómoc.

Las plumas colocadas sobre un piecezuelo o peana son las que se usaban los indios en sus bailes. Las siete cabezas coronadas de la orla denotan las de otros tantos reyes o señores feudatarios del de Tescuco. Finalmente las pinturas que hacen tarja al escudo, son caracteres de los sucesos pasados que entendían los indios con la misma facilidad entendemos nuestros escritos.¹

1. Rodolfo Pulido Acuña, Texcoco, Monografía Municipal, México, Instituto Mexiquense de Cultura, 2001, pp. 109, 110.