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LA “ESCASEZ” DE RECURSOS SE DEBE A MALAS GESTIONES

En la actualidad se habla de pobreza en casi todas las ciudades del mundo, sin embargo, el problema no es la falta de recursos sino la administración de los mismos.

La mala gestión de los recursos naturales aumenta la marginación de los pobres, aunado a esto, la corrupción es una causa fundamental de la degradación medioambiental en todo el mundo. El 52% de las tierras destinadas en el mundo a la producción agrícola muestra una fuerte degradación y el 60% de las principales cuencas fluviales están muy fragmentadas por presas.

Otros datos preocupantes son que la cubierta forestal se reduce a pasos agigantados (se ha perdido un 46% desde tiempos preagrícolas) y que el 75% de los bancos pesqueros están sobre explotados.

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Thomas Malthus (1766 – 1834) era un economista que creía que el número de recursos existentes en el planeta era limitado, fijo y constante. De ahí que creyera que el crecimiento de la población llegaría a un nivel en que no habría recursos para alimentar y sostener tanta gente, creándose un desastre. La evidencia histórica muestra claramente que tal supuesto era y continúa siendo erróneo.

Como bien mostró Barry Commoner, el fundador del movimiento ecológico progresista, tal argumentación subestima la capacidad de la humanidad de redefinir lo que se llaman “recursos”. La producción de alimentos es un ejemplo claro de ello.

Hoy los Estados de los países de alto nivel de desarrollo económico pagan a los agricultores para que produzcan menos, pues hay una súper abundancia de alimentos a nivel mundial. El problema no es de producción, sino de distribución de tales alimentos.

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Pero la abundante evidencia científica que existe en contra de las tesis malthusianas (Teorías basadas en Thomas Malthus donde afirmaba que la población tiende a crecer en proporciones geométricas mientras que los recursos lo hacen proporciones aritméticas y como solución a esto planteaba distintos métodos para prevenir lo que sería unsuperpoblación sin recursos alimenticios), no parece frenar su promoción, que constantemente se reproduce, incluso en el movimiento ecológico conservador, que considera que el crecimiento económico en sí es negativo, pues está consumiendo los recursos que continúan percibiéndose como limitados, ignorando, de nuevo, la capacidad de la humanidad de redefinir las categorías “recurso” y “crecimiento económico”.

Una economía puede crecer a base de inversiones militares, por ejemplo, o puede crecer a base de proveer servicios a las personas discapacitadas. Y hay una enorme necesidad de que crezcan aquellos sectores que tienen como objetivo atender a las necesidades humanas. La evidencia científica muestra claramente que el problema no es el crecimiento económico, que supuestamente absorbe gran cantidad de recursos, sino el tipo de crecimiento. El crecimiento económico puede destruir o puede crear recursos, dependiendo del contexto político y económico que configura tal crecimiento.

Pero el malthusianismo no para, y continúa machacando, pues sirve intereses, independientemente de la motivación de aquéllos que con muy buenas intenciones lo reproducen. La nueva versión ahora es la opuesta a la malthusiana que, a pesar de su oposición a la tesis original de centrar el problema en la falta de recursos, ahora se traslada al polo opuesto, es decir, centrar el problema en la escasez de población.

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En otras palabras, el descenso de la fertilidad, un fenómeno que se está generalizando especialmente en el mundo occidental, resultado, en parte del aumento del nivel de vida y descenso de la mortalidad infantil a nivel mundial, está presentándose como un fenómeno alarmante, pues se nos dice ahora que el envejecimiento de la población lleva a un desastre, sin aclarar mucho por qué es un desastre. A lo máximo que se llega en esta predicción catastrófica es a que la Seguridad Social no podrá sostenerse.

Habrá demasiados pensionistas por cotizante, y esto nos llevará a una situación insostenible, a no ser que se reduzcan dramáticamente las pensiones o se privaticen (argumento que es claramente promovido por los intereses financieros que quieren meterle mano a las pensiones públicas, el caudal de dinero más importante en nuestros países).

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El problema de China no es que hayan demasiados ancianos o pocos jóvenes. El problema es que no hay suficientes puestos de trabajo, y que los que trabajan tienen pocos ingresos, debido a los bajos salarios. Ahora bien, lo que les preocupa a muchos de estos catastrofistas no es que haya demasiados ancianos, sino que la disminución de gente joven crea una escasez de trabajadores que condicione y determine la necesidad de aumentar los salarios. Ahí está su preocupación.

Durante todos estos años de aplicación de las políticas neoliberales hemos visto un descenso a nivel mundial de las rentas del trabajo, y ello a pesar de un continuado aumento de la productividad laboral, que ha ido aumentando la riqueza económica de los países, sin que los trabajadores se beneficiaran de ello. El aumento de la riqueza se ha concentrado en las rentas muy superiores que derivan sus ingresos de la propiedad del capital. Y ahí está el problema.

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La lucha de clases ganada en bases diarias a nivel mundial por el capital es la que está creando el problema de la sostenibilidad de las pensiones. No es ni la transición demográfica ni la falta de recursos. Es la enorme concentración de la riqueza, derivada de una súper explotación del mundo del trabajo, la que está creando la enorme crisis de los Estados del Bienestar, incluyendo la Seguridad Social. Si los salarios fueran más altos, si la carga impositiva fuera más progresiva, si los recursos públicos fueran más extensos y si el capital estuviera en manos más públicas en lugar de privadas con afán de lucro, tales crisis social, ecológica, económica y financiera no existirían.

Fuente: Diarioecología.com