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El pueblo mexicano que limpia los restos de sus difuntos para el Día de Muertos

Los habitantes de Pomuch, en Campeche, exhuman los huesos de sus antepasados para recordarlos en el Día de Muertos.

A 70 kilómetros de la capital del Estado de Campeche, en el municipio de Hecelchakán, se encuentra ubicada la villa de Pomuch. Año con año las familias de esta localidad acuden al cementerio para realizar un ritual conocido como la «limpieza de los santos restos».

Con la idea de no olvidar a sus muertos y seguir teniéndolos cerca, los habitantes de Pomuch exhuman los restos, los limpian, los depositan en una caja de madera envueltos en un manto blanco y los colocan en un osario. 

Este ritual es una tradición maya que, mezclada con la religión católica, afianza y legitima el muy mexicano deseo de no dejar ir a quienes mueren. Los restos son limpiados utilizando brochas y trapos para retirarles polvos y restos de insectos. No todas las familias deciden limpiar personalmente los huesos de sus antepasados, hay quienes pagan a los sepultureros del camposanto para que lo hagan ellos.

Pese a que en México la exhumación de cadáveres es una práctica regulada por el Poder Judicial (se requiere un permiso de Ministerio Público y la persona que desea exhumar debe argumentar la razón por la que se extraerá el cuerpo), en Pomuch el proceso es sencillo, ya que solo se requiere el acta de defunción y una constancia de exhumación que expide el Gobierno municipal.

Para empezar a limpiar al difunto se necesita haber transcurrido tres años desde su fallecimiento para poder exhumarlo; en muchas ocasiones en los restos se pueden percibir signos de momificación, los cuales se logran de manera natural gracias a los minerales de esta enigmática tierra. 

Durante el proceso se colocan los huesos cuidando que la calavera sobresalga encima de la caja, la cual se mantiene abierta todo el año. La finalidad de este ritual es de tener a los seres amados presentables antes del Día de Muertos, colocarlos adentro de su caja encima de un paño nuevo en el que compran o ellos mismos pintan o bordan y seguir manteniendo esta conexión ahora entre la vida y la muerte.

El cementerio en Pomuch es pequeño, multicolor y sus pasillos asemejan a un laberinto surrealista que pareciera un portal que comunica al pasado y al presente.

Fuente: Elpais.com