“Parecía un propio laberinto, tan ordenados sus aposentos, recámaras con tantas entradas, era un grandísimo arquitecto”, Fray Juan de Torquemada.
El conjunto conventual de Texcoco se conforma por la Archicofradía del Santísimo Sacramento (para culto de españoles, conocida como capilla de la Enseñanza), la Cofradía de Nuestra Señora de la Esclavitud (para culto de españoles, llamada hoy capilla de San Antonio), la tercera orden franciscana y el convento y parroquia de San Antonio, hoy sede de la Catedral de la Inmaculada Concepción de Texcoco.
Se ha cuestionado sobre el sitio en el que está asentado el convento de Texcoco y su atrio, debido a que a inicios de la época novohispana algunas construcciones religiosas se erigieron sobre basamentos piramidales o templos de gran importancia para el altepetl. En el caso de Texcoco sucedió algo diferente, la referencia más antigua proviene de Francisco Hernández, quien mencionó que: “Neçaolpitzintli reinó cincuenta y tres años, y tuvo dos palacios reales, uno donde hoy está el convento”.
En el siglo XVII Fray Agustín de Vetancurt señaló: “Dicese del rey Nezahualpilli […] traia a su Corte; en el Palacio que hizo para si luego que entro al Reino que oy esta cerca del Convento de Tezcoco” . Para el siglo XVIII el arzobispo Francisco Antonio de Lorenzana en sus notas a las Cartas de Relación de Hernán Cortés comentó: “En Tezcuco se reconocen hoy fragmentos de la casa del Señor [Nezahualpilli], junto a la Parroquia y el gran estanque” .
Se puede comprender por estas referencias de la existencia de la casa real de Nezahualpilli debajo del conjunto conventual y a falta de estudios arqueológicos que demuestren su existencia, sólo contamos con las crónicas, una almena que posiblemente adornó alguna casa real y alegorías en piedra en el campanario y en la entrada al salón Gante. Existen pocas descripciones sobre la casa real de Nezahualpilli, la más completa es proporcionada por fray Juan de Torquemada:
“Era grandísimo Arquitecto, y así edifico otros Palacios, donde hiço su morada, tan aventajados á los que su Padre avia hecho, que no tenían comparación ninguna. Edificolos un poco apartados de los de su Padre, á la parte del Norte, y tan artificiosos, que parecían vn propio laberinto de los que los Antiguos vsaron; tan ordenados sus Aposentos, y Recamaras, y con tantas entradas, y salidas (en lo interior de la casa) […] Tenia (y tiene de presente) vn Patio, antes de entrar en este interior, que hemos dicho, mui grande, todo enlosado, mui igual, y parejamente, en medio del qual está vna crecida, y gruesa Sabina, que ahí hace sombra á todo el Patio. Tiene muchas Salas, y Aposentos á la entrada de él, mui grandes, y buenos; y en este Patio ai vn terraplen de mas de una vara y media de alto que hace vn ambulatorio de doce, o trece pies de ancho, con un pretil de una vara en alto, todo de piedra labrada, y encalada. Están tres Salas (que llaman en su Lengua Calpules) que cogen, de esquina á esquina, todo el Patio: son (ciertamente) Pieças mui de ver, estas servian á los Señores de los Reinos, é Imperios Comarcados; la una esta del Consejo Mexicano, quando por alguna causa iban a Tetzcuco; otra del Rei, y Consejo de Tlacupan; y otra del Consejo del mismo Reino Tetzcucano. Sobre estas grandísimas Salas, ai otros Quartos, y Aposentos, que tienen otros Ambulatorios, y Pasadiços […] Tenian (y tiene, aun no vistosa aora) una Huerta de muchísima recreacion, de muchas Flores, y Yervas odoríferas. Tiene un Patio interior, que corresponde á sus Dormitorios, Piedras de espantable grandeça puestas allí a mano, y todas cabadas por mil partes, que hacen á manera de Piletas, donde hechaban Agua, y venian á beber Pajaros de diversas maneras […] Tenia enfrente de sus Palacios un Estanque, y Alberca de Agua, tan grande, como toda la Quadra de su Casa, estaba también cercado”.
La casa real de Nezahualpilli, no fue destruida al momento de la llegada de los españoles, debido a que Ixtlilxóchitl II rindió la ciudad de Tezcoco al conquistador Hernán Cortés y éste entró con los tlaxcaltecas en vísperas del año nuevo de 1521. Cortés informó: “Este día, que entramos en la Ciudad, que fue vispera de año nuevo […] Después de haber estado en la Ciudad de Tesaico [Tezcoco] siete, ó ocho días, sin Guerra, ni reencuentro alguno”. Bernal Díaz del Castillo apoyó la versión: “En n[uest]ra compañía y luego nos fuimos a vnos arrabales de tezcuco […] y otro dia de mañana fuymos a la çiudad de tezcuco y en todas las calles ni casa vimos muger ni niño”.
De igual manera, fray Diego Durán reafirmó que entraron en paz a Texcoco. Por otro lado, la destrucción de la ciudad prehispánica de Texcoco se debió al paso de los tlaxcaltecas de regreso a su territorio, tras la toma de México-Tenochtitlan. Al enterarse Hernán Cortés de lo sucedido en Texcoco, reprochó las acciones a los tlaxcaltecas y mandó reparar el daño realizado.¹
1. Extracto: Desenterrando fragmentos de historia. Siglos XVI al XIX. María de Lourdes López Camacho, coordinadora. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2016. pp. 570-573.