Las bandas de viento esparcidas en la montaña de Texcoco se arraigan con ímpetu, pese a la variedad musical.
Por las tardes se escucha a metros de distancia un sinfín de instrumentos musicales, como el clarinete, el saxofón, el trombón, entre otros; para llevar a cabo los ensayos. A diferencia de la mayoría de niños de comunidades rurales en México, los menores de la región de la montaña, en el municipio mexiquense de Texcoco, no crecen escuchando solo música grupera o de bandas sinaloenses.
En esa zona, colindante con Tlaxcala, un buen número de ellos están familiarizados con piezas de compositores clásicos como Arturo Márquez, José Pablo Moncayo, Tchaikovsky o Brahms. Las poblaciones de origen náhuatl de Santa María Tecuanulco, San Jerónimo Amanalco y Santa Catarina del Monte conforman la llamada zona de la montaña. La primera y más poblada de esas comunidades no supera los 7 mil habitantes, mientras que en las otras se estima que hay alrededor de 6 mil y 3 mil, respectivamente. Aunque ninguna contaba con una escuela de música, hay una gran tradición en la formación de bandas de viento.
Los niños aprenden en sus casas a solfear y a leer partituras casi a la misma edad a la que ingresan a la escuela primaria. La historia de los músicos de esta región es similar, heredan de su padre y tíos el gusto por la música, el cual van transmitiendo de generación en generación. Hace algunas décadas no se enseñaba a los niños a leer música, sino que aprendían viendo y escuchando; era hasta que ingresaban a alguna escuela profesional que leían partituras. Sin embargo, ahora los adultos se esfuerzan porque aprendan desde pequeños.
Un ejemplo es la banda “La Consagración de la Primavera”, esta orquesta junto con la Sinfónica San Jerónimo Amanalco, también integrada por niños y jóvenes, cuyo titular es Misael Clavería, originario de esta comunidad y trombonista de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), se han presentado en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México.
En la actualidad, con el apoyo del gobierno municipal, se ha llevado a cabo el Festival “Vientos de la Montaña”, evento dedicados y protagonizado por los músicos de la montaña de Texcoco, quienes ofrecen conciertos y presentaciones a la comunidad en general de manera gratuita. No existen cifras oficiales sobre el número de orquestas de la región, ni de la cantidad de músicos, ni de cuántos de estos ingresan a escuelas profesionales de música. Sin embargo, las autoridades del municipio estiman que un 40 por ciento de la población se dedica a las actividades musicales.
Lo cierto es que desde hace varias décadas, estas comunidades nutren a orquestas de todo el país, sobre todo en la sección de vientos. Agrupaciones como la OSN o la Filarmónica de la UNAM han contado con integrantes de Texcoco, y lo mismo puede decirse de bandas militares como la Sinfónica de la Marina Nacional o de las delegacionales de la Ciudad de México.
En cuanto a talento y calidad interpretativa, Texcoco compite con Oaxaca, con la diferencia de que allá se trata de todo un estado y aquí estamos hablando solo de tres comunidades.
A finales de 2012, gracias a un programa del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes llamado Núcleos musicales (ahora conocido como Escuela de Enseñanza (ESEM), Pedro Arpide, miembro de una familia de músicos de Santa María Tecuanulco, clarinetista jubilado de la Sinfónica de la Marina Nacional y director de la banda de música de Azcapotzalco, quedó a cargo de la educación musical de cientos de niños de esa región, así como de algunos de pueblos vecinos.
El proyecto inició con 80 niños de entre 8 y 16 años, pero ha ido en aumento hasta lograr 140 estudiantes que conforman la Banda Sinfónica de Santa María Tecuanulco. Arpide les da clases en su casa y ocupa también un edificio semiabandonado en el que se había planeado una escuela de Bellas Artes.