Una colección de películas con un gran contenido erótico que, sin ser porno, despiertan la imaginación y ayudan a mantener la llama de la pasión encendida.
Lo mejor es disfrutarla en pareja.
– Secretary (2002).
Si el sadomasoquismo de 50 sombras de Grey te supo a poco, no puedes perderte esta joyita dirigida por Steven Shainberg, que tiene como principal aliado un sentido del humor negro, negrísimo. Una secretaria (Maggie Gyllenhaal) y su jefe (James Spader) rompen las distancias profesionales a golpe de látigo. Literalmente.
– Eyes Wide Shut (1999).
La última provocación de Stanley Kubrick es un descenso al infierno -¿o al paraíso?- de los placeres sexuales y el hedonismo, a través de sectas repletas de mujeres desnudas y escondidas tras máscaras venecianas. En este sugerente ambiente se ve envuelto un Tom Cruise que no sabe si escapar corriendo o dejarse llevar por la llamada de la carne.
-La vida de Adele (2013).
Es una de las películas más eróticas de los últimos años. Indiscutible mente. Ya puedes ser hetero, lesbi, gay, manchego o lo que sea: para amar a Adele Exarchopoulos y Léa Seydoux sólo hay que tener buen gusto.
– Nymphomaniac (2013).
La línea que separa al cine erótico del cine pornográfico es, en realidad, muy fina. Lars von Trier lo demostró con esta película -partida en dos mitades, pues dura más de cuatro horas- donde conocemos a una mujer adicta al sexo y sus múltiples encuentros sexuales. Si buscas cosas explícitas, pero también muy artísticas, esta es tu película.
Love (2015).
Gaspar Noé es un provocador. Ya impactó con su desagradable escena de la violación en Irreversible (2002), y en esta ocasión tira del sexo explícito -¡y real!- entre una pareja y su vecina, que además sirve como reflexión extendida del amor y las relaciones. Esos grandes desconocidos.