Bosques de ensueño con cabañas a la orilla del agua, antiguas haciendas pulqueras y un parque acuático con juegos extremos, recomendables para un fin de semana largo.
No es necesario pasar tantas horas en carretera para vivir una experiencia fuera de lo común o un día inolvidable en familia. Te dejamos 5 Pueblos Mágicos a dos horas o menos desde CDMX, ideales para pasar un puente o cualquier fin de semana.
Mineral del Chico, Hidalgo.
Ubicado a dos horas de CDMX, este pueblo de origen minero combina lo mejor de dos mundos: riqueza histórica y turismo de aventura. En el primer rubro tenemos a la Mina San Antonio, una veta real cuyas profundidades están bien habilitadas para que des un recorrido guiado. En el centro histórico existe un turibús que te cuenta el pasado de Mineral y sus principales leyendas.
El pueblo es un punto de partida para conocer el Parque Nacional El Chico, que se caracteriza por densos bosques de pino, encino y oyamel, salpicados de formaciones rocosas monumentales y extravagantes. Algunas de las mejores vistas se obtienen desde Peña El Cuervo, un mirador natural a dos mil 770 metros sobre el nivel del mar. Para conocer los paisajes típicos de la zona hay centros turísticos como El Cedral, ubicado a orillas de una presa; cuenta con lanchas, cuatrimotos y caballos, además de cabañas y zonas para acampar.
Si eres valiente, recorre la vía ferrata: es una ruta que te permite escalar una montaña con ayuda de peldaños metálicos enclavados en piedra, puentes colgantes y escalerillas, siempre enganchado con un cable de acero para no caer.
Taxco, Guerrero.
Está a dos horas con 20 minutos desde CDMX. Existe una actividad “obligatoria” para los visitantes de este Pueblo Mágico: explorar el tianguis sabatino de plata, donde los artesanos locales ponen a la venta toda clase de accesorios y adornos a precios de taller. Mientras buscas tus souvenirs, disfrutas el paseo entre las calles súper empinadas y las vistas al icónico Templo de Santa Prisca, de estilo barroco y construido en el siglo XVIII.
Si no vas en sábado o prefieres buscar artesanías con más calma, puedes visitar los talleres de plata abiertos al público. Para los foodies otro gran atractivo es el mole rosa de Taxco, que se prepara con piñón y betabel. Si pasas más de un día aquí, una buena idea es consentirte en un hotel boutique como Pueblo Lindo o De Cantera y Plata.
Cerca de Taxco está el Parque Nacional Grutas de Cacahuamilpa. Su emblemático atractivo es una enorme caverna formada a partir de roca caliza hace unos 85 millones de años. Consta de 19 salones bien iluminados donde puedes apreciar las curiosas siluetas de las estalactitas y estalagmitas. Los espacios más grandes alcanzan hasta 21 metros de altura.
El Oro, Estado de México.
Está a dos horas en auto desde CDMX. Es un pueblo que nació de la minería en el siglo XVIII y que vivió su mayor crecimiento durante el Porfiriato, tras el descubrimiento de una importante veta de oro. Hoy quedan atractivos edificios que son testigos de esa época, como el Teatro Juárez, de decoración morisca y estilo neoclásico. El Palacio Municipal, que mezcla elementos del art nouveau y el neoclásico, es considerado Monumento Histórico por el Instituto de Antropología e Historia.
Para experimentar mejor el pasado del pueblo puedes visitar el Museo de la Minería, cuya colección incluye fotografías, maquinaria, herramientas y piezas extraídas de las profundidades de El Oro. Muy cerca se encuentra el Tiro Norte, una antigua instalación de madera que actualmente funciona como mirador; tiene un piso transparente para que aprecies la profundidad de la mina.
A 10 minutos en auto desde el Pueblo Mágico está la Presa Brockman: un gran cuerpo de agua rodeado de un bosque de pino y cedro. Es posible rentar lanchas de pedales o bicicletas de montaña, además de pasear a caballo o armar tu picnic familiar. Si tu plan es quedarte un buen rato, en Airbnb hay varias cabañas a orillas de la presa.
Huamantla, Tlaxcala.
Se ubica a dos horas de la Ciudad de México. El pueblo, muy cercano al volcán La Malinche (la quinta montaña más alta de México, con cuatro mil 462 metros de elevación), ofrece una experiencia fuera de lo común: hospedarte en una auténtica hacienda pulquera con cientos de años de antigüedad. La más famosa es Hacienda Soltepec, una gran propiedad donde se hacen cabalgatas, cuyos orígenes se remontan al siglo XVIII pero vivió sus glorias en el Porfiriato. Aunque no te quedes a dormir su restaurante es visita obligada, ya que cocinan con ingredientes de la región como el huitlacoche, hongos silvestres y nopales; no puedes perderte su mixiote de carnero.
Otra hacienda donde puedes alojarte es Santa Bárbara, construida en el siglo XVII. Tiene una atmósfera más privada; además de visitar sus construcciones originales como una capilla y caballerizas, puedes pasar un día de spa y temazcal. Las vistas más espectaculares del pueblo y de La Malinche se obtienen desde un globo aerostático.
Ixtapan de la Sal, Estado de México.
Localizado a una hora y media desde la Ciudad de México. Un imperdible es el Parque Acuático Ixtapan, que abre los fines de semana (y algunos lunes de puente). Tiene toboganes extremos, atracciones para niños, un caudaloso río para flotar en una llantita y un tren para explorar el sitio. Si prefieres los lugares más tranquilos, pasa un día de relajación en el Serenity Grand Spa: puedes elegir entre diversos tipos de masajes o tratamientos corporales, un circuito hidrotermal con sauna o una cabina de flotación con sales. Cuenta con hospedaje.
El Rincón de Puga es uno de los restaurantes más famosos del pueblo, se especializa en antojitos mexicanos. Para quien desea una propuesta distinta está Studio 57, un restaurante y bar enfocado en los cortes de carne Black Angus; te encantará su decoración y mobiliario de madera. Se encuentra en Plaza Maclovia, un espacio con diversos sitios para comer y hacer compras (no todos han abierto tras la contingencia), como la heladería italiana Capricci.