Las murallas son tan imponentes que incluso causaron la admiración de Hernán Cortés y en la comunidad de Huexotla en Texcoco, Estado de México, aún se conservan.
Los dominios texcocanos fueron conocidos como el señorío de Acolhuacan. Se extendieron al oriente de la Cuenca y sus ciudades principales fueron Texcoco, Cuatlinchan y Huexotla. Esta última llegó a albergar a unas 15 mil personas, y aunque varias de sus estructuras son típicas de los asentamientos de la época, este sitio presume un elemento singular: murallas.
Se dice que las fortificaciones se edificaron en el siglo XIII y que estaban delimitadas por ríos: al sur por el San Bernardino y al norte por el Chapingo. Aunque usualmente se asume que sirvieron como defensa, diversos estudios han mostrado que su diseño formal y funcional no corresponde con una función militar. Incluso, se ha llagado a afirmar que muchos de sus elementos, como las almenas y el paso de ronda, son producto de una reconstrucción.
Otras hipótesis han planteado que se construyeron o para delimitar el templo mayor de Huexotla, o para marcar la frontera entre la ciudad y el bosque de sauces que solía cubrir las faldas del monte Tlaloc durante la época prehispánica (Huexotla significa lugar donde hay sauces). Mientras las investigaciones continúan, y de los 710 metros que llegó a medir la muralla, hoy en día se conserva una sección de 171 metros de largo y casi siete de alto.
El sitio arqueológico de Huexotla fue explorado desde principios del siglo XX. Aunque los primeros estudios en el espacio fueron hechos por Leopoldo Batres en 1904, la zona permaneció olvidada y no volvió a ser investigada hasta los años sesenta. Desde entonces los trabajos de inspección se mantuvieron a lo largo de las décadas siguientes aunque de manera intermitente.
Sin embargo, sólo una mínima parte de la antigua ciudad texcocana ha sido explorada, pues el poblado actual de San Luis Huexotla se construyó sobre las antiguas edificaciones prehispánicas. De hecho, hasta estas fechas solo se han desenterrado algunos recintos sagrados que forman parte del conjunto religioso de la localidad.
Asimismo, Huexotla se mantuvo como una importante población durante los años posteriores a la conquista. Sobre uno de los templos prehispánicos se edificó la parroquia de San Luis Obispo (que después le daría el nombre a todo el pueblo) y otras construcciones notables como el convento de San Francisco y el puente del río de San Bernardino.
El Acolhuacan conoció su máximo esplendor durante el reinado de Nezahualcoyotl, quien fue señor de Texcoco durante 40 años. También fue conocido como el “rey poeta” por su enorme afición a las artes, la poesía y la literatura, y durante su mandato la ciudad de Texcoco se convirtió en una urbe de gran refinamiento y belleza.
Se dice que el gobernante emprendió diversas campañas de embellecimiento de su ciudad, y aunque lamentablemente casi todo ha desaparecido, las murallas de Huexotla quedan como un testigo de la sofisticación y desarrollo que alcanzó el reino texcocano.
El sitio arqueológico de Huexotla se encuentra en la calle San Francisco s/n, mientras que las murallas se localizan sobre la calle de Aztecas del pueblo San Luis Huexotla, en Texcoco de Mora, Texcoco, México.
Fuente: Travesiasdigital.com