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La obsesión con la leche de almendras está matando de cansancio a las abejas

No todas las leches vegetales son tan ecológicas como se cree y un estudio descubrió que la leche de almendras mata de cansancio a las abejas.

A pesar de que muchas personas buscan elegir con conciencia su consumo, la realidad es que la publicidad sigue etiquetando de ambiental algo que no lo es. El mejor ejemplo es la leche de almendras, la cual mata de cansancio a las abejas y se presenta como el producto vegetal que mejor combina con tu café de la mañana.

En un principio debes saber que la leche de almendras realmente no es leche. Se considera vegetal porque viene de un árbol, específicamente el árbol Prunus dulcis. De acuerdo con The Guardian, cerca del 80% de la producción de esta leche se localiza en el Valle de California, la zona donde exactamente las abejas mueren de cansancio.

Las abejas son por naturaleza dadoras de vida. Esto no se refiere necesariamente a la procreación, sino a que gracias a ellas sobreviven los seres del planeta. En sus pequeñas patas y en su forma de vivir crean una cadena de producción masiva de alimentos.

Sin embargo, las abejas no nacieron necesariamente para alimentar a todo el planeta Tierra. El ser humano de pronto descubrió que en la existencia de las abejas se resguardaba una habilidad valiosa: polinizar.

Después de descubrir esta característica, se consideró a las abejas como parte fundamental de la producción de muchos alimentos. Hoy en día, las encargadas de polinizar los almendros que producen esa leche que tanto amas agregar a tu café están muriendo.

Un tercio de las poblaciones de abejas en Estados Unidos son criadas para uso comercial. El resultado de esta práctica se resume en alrededor de 50 mil millones de abejas sin vida en el invierno de 2020.

La principal causa de muerte para estos polinizadores es el uso de pesticidas en las plantaciones de almendros, los cuales debilitan a las abejas. Por otro lado, está el agotamiento a raíz de los pesticidas y la cobertura daría de polinización incluso en invierno, época donde las abejas descansan.

Debido a la demanda de leche de almendras, la agenda de producción no reconoce un tiempo de descanso. Los campos siguen generando almendros y las abejas tienen que polinizarlos, a pesar de que esto altera el biorritmo de los abejas.

Una realidad clara, pero poco visible es que sin las abejas no hay alimento. La relación que hemos tenido con este y otros animales del planeta termina por ser destructiva para ambos. A partir de 2006 hubo en récord de abejas y colmenas que caían en la muerte o desaparecían, la causa: los pesticidas.

No obstante, además de los pesticidas (los cuales tenemos que prohibir), la tasa de mortalidad de las abejas es demasiado alta y es por la explotación. Aquí es donde comprobamos que nuestro consumo determina el rumbo de muchas de las especies en el planeta. 

Más allá de una elección de leche o bebida que está de moda, tenemos que pensar e investigar sobre el verdadero impacto de lo que comemos y compramos para nuestro hogar. El objetivo es generar un equilibrio y garantizar que el resto de la naturaleza pueda seguir su curso.

Fuente: Ecoosfera.com