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Sin agua y sin empleo: las comunidades indígenas de Guerrero ante COVID-19

La crisis económica provocada por la pandemia golpea a las comunidades indígenas de Guerrero; reclaman un programa de ayuda.

Por AlbertoPradilla @albertopradilla (Animal Político).- Abel Campos Ortega, de 46 años, ganaba 200 pesos semanales como albañil en una comunidad de Alcozauca, Guerrero. Con esa cantidad se alimentaban su esposa y sus seis hijos. Ella se encargaba de la casa y él salía a trabajar en la construcción o en el campo. Debido a la emergencia causada por la COVID-19, el hombre perdió su empleo el 25 de marzo.

“Nos dijeron que no regresáramos hasta nuevo aviso”, dice. Desde entonces no ha ingresado nada. Ni un solo peso. “Estamos sufriendo. No tenemos con qué mantener la familia. Maicito que tenemos está pasando con sal”, lamenta, en conversación telefónica. Campos Ortega es presidente del comité municipal del concejo de comunidades indígenas de Alcozauca, Guerrero. Explica que la lógica impuesta por el confinamiento ha tenido graves consecuencias para las comunidades. “No podemos salir. Hay comunidades donde todavía están saliendo a por alimentos, pero está escaseando. Además, tampoco hay empleo. Nadie está trabajando. Nos quedamos sin trabajar, sin empleo, sin nada”, afirma.

Con poco acceso al agua y sin empleo, la pandemia por coronavirus ha venido a golpear con dureza a uno de los territorios más pobres de México. Según la secretaría de Salud Pública se registraron 177 casos y 31 defunciones a causa de la COVID-19. Un total de 197 comunidades de las aproximadamente 5 mil con las que cuenta el Estado han decidido cerrarse para impedir el paso del virus. Están concentradas en 65 municipios, con mayoría de la población indígena y que se rige por usos y costumbres, según datos del gobierno del Estado.

Las cifras que más golpean a Guerrero no son las del SARS-CoV-2, sino las de la escasez. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval), estimó en 2018 que el 65% de la población de Guerrero está en situación de pobreza y, este porcentaje, el 26.8% sufría pobreza extrema. Las cifras pueden agravarse en los próximos meses con la crisis generalizada que llegue después de la pandemia.

Así que subsisten con los productos del campo, que tampoco pueden vender. Las comunidades se han blindado y no permiten que nadie extraño llegue, por lo que no llegan insumos a los pequeños comercios, que se han visto obligados a cerrar. Por si esto fuera poco se ha cerrado el grifo de las remesas. Existe una fuerte dependencia del dinero que llega de los paisanos que emigraron a Estados Unidos. Ahí el número de contagios se acerca al millón, con más de 54 mil víctimas mortales, lo que ha obligado a un confinamiento generalizado.

Ante este sombrío panorama, representantes de las comunidades, junto a presidentes municipales y activistas dirigieron recientemente un escrito a distintas autoridades, entre las que están el presidente Andrés Manuel López Obrador, al canciller Marcelo Ebrard, al director general del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas, Adelfo Regino Montes, al gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo, y a otras autoridades, para reclamar “un plan nacional emergente para cuidar la vida de millones de hermanos indígenas y afros que se encuentran a lo largo y ancho del país”.

El abandono por parte de las autoridades es la principal queja del policía comunitario. “Ni el estado ni el gobierno federal nos ha dado nada. Estamos tratando de ver la manera de exigirle que nos apoye. Que nuestra gente le está escaseando los alimentos”, dice. Cerradas sobre sí mismas, las comunidades tratan de hacer frente a los contagios. La organización ha suplido la falta de estado en cuestiones tan básicas como la información. Por ejemplo, Tlachinollan distribuyó audios en lengua me’phaa, tu´u savi y nahua con consejos sobre higiene y protección para evitar el coronavirus.

Pero sin agua disponible en sus domicilios, los habitantes de una de las zonas más pobres de México carecen de las principales medidas de protección contra la pandemia. Cuando el virus remita seguirá la amenaza del hambre: una enfermedad que nunca ha dejado de castigar estas comunidades.

Fuente: Animalpolitico.com