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Monte Tláloc: el templo más alto del mundo en Texcoco, Estado de México

El templo más alto del mundo está en Texcoco, Estado de México, a 4,120 metros sobre el nivel del mar.

El Monte Tláloc fue ante todo una cima sagrada para la gran triple alianza de los tiempos prehispánicos: Texcoco, Tenochtitlán y Tepanohuayan. Jugó un rol esencial como adoratorio al dios de la lluvia a 4,120 metros sobre el nivel del mar.

Foto Colors Remain©

En el México prehispánico, el Tláloc fue una de las montañas más sagradas para los pueblos de la Triple Alianza. Su cercanía con el altépetl de Tetzcuco (actual Texcoco de Mora), así como la cantidad de manantiales que proveían —y siguen proveyendo— de agua potable a los poblados del valle, le valieron una asociación con Tláloc, el dios nahua de la lluvia. En su honor se erigió entre los años 350 y 900 DC una calzada de 150 metros de longitud que lleva a un adoratorio en la cima. Se considera el yacimiento arqueológico a mayor altitud de Mesoamérica, y la zona arqueológica de alta montaña más importante de América.

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Al monte puede accederse desde varios flancos, siendo los más comunes la ascensión desde Río Frío (ruta sur-sureste)​ o bien desde alguno de los poblados cercanos a Texcoco (ruta noroeste), como San Jerónimo Amanalco, San Miguel Coatlinchán o San Pablo Ixayoc.​ En todos los casos, el ascenso es bastante gradual y no técnico, de modo que la mayor complicación es la longitud de la caminata.​

El adoratorio a Tláloc, un templo tan importante para los aztecas que, cada año, el tlatoani subía a la montaña acompañado de los jefes de Texcoco y Culhuacán. Caminaban por una calzada de 150 metros amurallada con cantera que los conducía a un adoratorio. Ahí ataviaban una estatua de Tláloc con tocados y brazaletes. Antes de que lo destruyeran los conquistadores, el Monte Tláloc era uno de los recintos religiosos más importantes de Mesoamérica.

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Al ascender el paisaje cambia, durante las primeras horas hay pinos, flores amarillas. Poco a poco se acaban los árboles y las flores se transforman. Ya no son suaves y coloridas, son rígidas, grises y espinosas como cactáceas. Para alcanzar la cima la caminata dura aproximadamente unas cuatro horas a más de tres mil metros sobre el nivel del mar, el frío comienza a sentirse y una vez en la cúspide, algunos grupos siguen celebrando ceremonias al dios Tláloc, entona cantos en náhuatl, ponen una ofrenda y prenden incienso.

Desde lo alto se puede apreciar hacia el poniente la Ciudad de México; al oriente, los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl y, más lejos, el Pico de Orizaba.

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Fuente: Milenio.com