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Las 4 leyes de un chamán, maestros del éxtasis

Un chamán es una persona que practica rituales y que se encarga de sanar y de restaurar el equilibrio mediante diversas técnicas de sanación.

Los chamanes consideran que los problemas que sufre una persona están relacionados con un desequilibrio espiritual. De esta manera, establecen una comunicación espiritual y ancestral para acceder a realidades no ordinarias.

El chamanismo emplea métodos que desarrollaron las poblaciones hace miles de años y que se van transmitiendo de generación en generación. Por tanto, cumplen un papel de sabiduría ancestral y de intermediarios entre el mundo espiritual y el mundo natural. Algunas de sus funciones más destacadas son el apoyo emocional, la videncia o la sanación del cuerpo mediante rituales y técnicas de energía para restablecer la armonía espiritual.

A través de rituales, que varían en función de la cultura y de la sociedad, el chamán guía a una persona para que alcance un estado alterado de conciencia y consiga interactuar de algún modo con el mundo espiritual. Estos rituales pueden incluir a veces, aunque no siempre, el consumo de raíces o plantas psicoactivas como, por ejemplo, la ayahuasca. A menudo se utilizan para tratar problemas emocionales tras la pérdida, por ejemplo, de un ser querido o para tratar determinadas adicciones.

Por otro lado, en algunos países como Perú se siguen manteniendo ceremonias de ofrendas conocidas como pagos a la tierra o Pachamama guiadas por un chamán para establecer un vínculo de reciprocidad y como señal de respeto a la naturaleza. Una práctica ancestral de la cosmovisión andina todavía presente.

Dentro de su cosmovisión se rigen por estas 4 leyes: 

1. “La persona que llega a nuestra vida, es la persona correcta”; es decir que nadie llega a nuestras vidas por casualidad, todas las personas que nos rodean, que interactúan con nosotros, están allí por algo, para hacernos aprender y avanzar en cada situación.

2. “Lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido”. Nada, pero nada, absolutamente nada de lo que nos sucede en nuestras vidas podría haber sido de otra manera. Ni siquiera el detalle más insignificante. No existe el: “si hubiera hecho tal cosa hubiera sucedido tal otra…”. No. Lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado y tuvo que haber sido así para que aprendamos esa lección y sigamos adelante. Todas y cada una de las situaciones que nos suceden en nuestras vidas son perfectas, aunque nuestra mente y nuestro ego se resistan y no quieran aceptarlo.

3. “En cualquier momento que comience es el momento correcto”. Todo comienza en el momento indicado, ni antes, ni después. Cuando estamos preparados para que algo nuevo empiece en nuestras vidas, es allí cuándo comenzará.

4. “Cuando algo termina, termina”. Simplemente así. Si algo terminó en nuestras vidas, es para nuestra evolución, por lo tanto es mejor dejarlo, seguir adelante y avanzar ya enriquecidos con esa experiencia.