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Fotografías de las pirámides de Teotihuacán y Chichen Itzá antes de ser descubiertas

Con la conquista surgieron nuevos núcleos urbanos y los lugares que antes fueron de vital importancia quedaron en el olvido.

Sumidos entre la densidad de la jungla y su vegetación, o bien, fueron destruidos y sobre los vestigios de las antiguas civilizaciones se levantaron nuevos templos adoratorios.

Palenque, Templo de las Inscripciones.

Sin embargo, con el paso del tiempo, las ciudades y civilizaciones que alguna vez fueron centros importantes caen en el olvido, la destrucción o decadencia.

Palenque, Templo de la Cruz.

En el caso de Teotihuacán, la Ciudad de los Dioses fue encontrada a finales del siglo XIX y el “desentierro” de la Pirámide del Sol comenzó en los últimos años de gobierno de Porfirio Díaz, de 1905 a 1910. Leopoldo Batres fue el encargado de develar las pirámides ocultas en lo que simulaban ser montañas, fundando así la arqueología mexicana.

Vista de la Pirámide del Sol.

Los métodos de Batres para desenterrar la Pirámide del Sol están plagados de distintas historias, como que usó dinamita, aunque sólo se trata de un mito. Sin embargo, en Arqueología Mexicana se explica que Batres rompió una plataforma en forma de U que rodeaba la pirámide para poder sacar los escombros y sobre ésta construyó su campamento.

Teotihuacán.

Una situación similar ocurrió durante el descubrimiento de Uxmal en el sureste del país, donde Auguste LePlongeon sí utilizó dinamita, pero con el insano objetivo de resguardar una de las reliquias, el llamado Busto de Cay, en 1881. La dinamita de Auguste se dispararía si las piedras no eran retiradas bajo instrucciones específicas, quitándole la vida a aquel que intentara robar el patrimonio cultural.

Uxmal.

Los saqueos de objetos preciados son comunes en todas las expediciones arqueológicas. Si Egipto a los ojos del mundo sufrió un enorme saqueo y contrabando de papiros y objetos antiguos, sería difícil imaginar que lo mismo no ocurriría en nuestra latitud, con cientos de zonas arqueológicas, algunas recientemente descubiertas. En ambos casos, los encargados de develar aquel mundo escondido por lo general eran autores de los robos y vendían los objetos discretamente, al tiempo que enriquecían sus bolsillos a costa del legado cultural.

Teotihuacán.
Teotihuacán.

De Batres se sospecha que se hizo de varios tesoros con el objetivo de venderlos o simplemente poseerlos, tal y como sucedió en la Península de Yucatán tras el boom en la exploración y descubrimiento de ciudades mayas.

Chichen Itzá, c. 1910.
Chichén Itzá. Las Monjas, c. 1900.

A la historia reciente de Chichen Itzá se suma la de Edward Herbert Thompson, arqueólogo y diplomático estadounidense que adquirió una hacienda a escasos metros de las estructuras prehispánicas y del Cenote Sagrado. En sus diversos estudios arqueológicos descubrió que al fondo del cenote yacían objetos preciosos, así que por años realizó sus propias expediciones buceando al fondo del cenote para retirar los ornamentos, no con el fin de resguardar el patrimonio cultural, sino con el objetivo de enriquecerse y venderlos ilegalmente en los Estados Unidos.

Chichen Itzá, c. 1910.

En el momento en que una civilización perece, la naturaleza suele reclamar sus espacios, al grado de que estructuras tan grandes como las pirámides y templos quedan completamente ocultos en lo que antes era una portentosa metrópoli. En México aún hace falta un largo camino por recorrer para revelar nuevos secretos respecto a la vida y los conocimientos de las culturas prehispánicas que habitaron el territorio nacional.

Chichén Itza, El Caracol, c. 1910