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EL PACHÓN, OTRO HÉROE DE LA INDEPENDENCIA POCO CONOCIDO

Nacido en el rancho La Pachonda en el actual municipio de Los Pinos en Zacatecas, Encarnación Ortiz, tal vez fue el más fiero, audaz y temerario guerrillero.

Montaba con la mayor perfección, su especialidad eran las emboscadas, así que se daba el gusto de causar bajas al enemigo sorpresivamente, para luego huir y perderse en las lomas o en lo espeso de las arboledas. Con estrategia instintiva burló cien veces al enemigo, hasta que una vez la suerte le fue adversa. 

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Fue conocido junto con sus hermanos como los Pachones, y para 1811 se dice que ya se dedicaban a saltear las diligencias cargadas de oro y plata que procedían de las minas de Zacatecas, Durango y Aguascalientes. El nombre de Encarnación Ortíz es con mucha frecuencia mencionado en muchos partes de los jefes y de las autoridades realistas que veían en él a un insurgente temible y peligroso. Siendo un excelente jinete, el «Pachón» era especialista en la emboscada, la sorpresa contra las fuerzas realistas donde quiera que se las encontraba.

Todos los preparativos estaban listos para la batalla del 19 de agosto de 1821, el general realista Manuel Concha escuchó desde Tacubaya los disparos y envió refuerzos a Tacuba. Sus hombres atacaron a los insurgentes, obligándolos a retirarse a su campamento en El Rosario, pero al ver que se dirigía a una trampa decidió mover la batalla a Azcapotzalco y las fuerzas realistas se fortificaron en la parroquia del sitio. Las tropas realistas habían colocado un cañón en el atrio para desbaratar los ataques insurgentes, al principio las intentonas rebeldes fueron infructuosas, pero cada momento se volvían más fieras. Con cada baja crecían los odios de siglos entre dominados y dominadores.

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Con el fin de responder a la pieza de artillería realista, Bustamante ordenó el traslado de un cañón de asedio a la parroquia y para poder atacar mejor a los acantonados. Pero la medida no dio resultado, dejando sólo la posibilidad de la retirada a altas horas de la noche. Y así se haría, pero antes se intentó rescatar el cañón insurgente que se había atascado en el lodo por las intensas lluvias. Bustamante encargó a El Pachón que lo lazara y estirara en unión de varios dragones, en esas andaba cuando recibió un balazo disparado desde una azotea cercana, muriendo a los pocos momentos.

El acto provocó una furiosa reacción de los insurgentes, quienes asaltaron el atrio y obligaron a los realistas a huir a Popotla. Durante el siguiente mes los insurgentes avanzaron poco a poco hacía San Jacinto, pero no fue necesario hacer una matanza general de realistas pues el 27 de septiembre de 1821 se consumó pacíficamente la Independencia al convencer Juan O’ Donojú al general Francisco Novella de la inutilidad de sus esfuerzos; más aún que el virrey ya había firmado los Tratados de Córdoba el 24 de agosto de 1821.

El cadáver del Pachón recibió sepultura en el cementerio de la Parroquia de Atzcapotzalco a solo cinco días de ver el fruto de casi una década de lucha contra las fuerza realistas por lograr la independencia de su pueblo. Esa fue la suerte del Pachón.

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