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Cómo puedes reconocer que tuviste padres tóxicos

Sus conductas y manera de persuadir a los hijos puede traer graves consecuencias en la juventud y adultez.

El término “padres tóxicos” es un poco nebuloso y probablemente todos lo definimos de manera diferente. A menudo, los narcisistas o aquellos con otros trastornos de la personalidad o enfermedades mentales, abusivos, emocionalmente inmaduros, y los padres alcohólicos o adictos se etiquetan como tóxicos.

Los niños pequeños, incluso aquellos con padres tóxicos, suponen que sus padres son típicos. Sin ninguna base para comparar, piensan que otras familias operan bajo las mismas reglas disfuncionales y que todos los padres son crueles, no están disponibles o son controladores.

Los padres tóxicos causan mucho dolor y problemas psicológicos duraderos para sus hijos. La buena noticia es que es posible superar los efectos de los padres tóxicos. El primer paso es ser consciente de lo que realmente significa tener un padre tóxico y reconocer las formas particulares en que los padres son disfuncionales o emocionalmente insalubres.

Signos para reconocer a los padres tóxicos. A continuación se encuentran algunos de los signos comunes de un padre tóxico:

Son autocentrados. Con una capacidad limitada para la empatía. Siempre priorizan sus propias necesidades y no tienen en cuenta las necesidades o sentimientos de otras personas. No piensan en cómo su comportamiento afecta a los demás y les cuesta entender cómo se sienten los demás.

Son emocionalmente reactivos. Los padres que son tóxicos a menudo tienen dificultades para controlar sus emociones. Exageran cualquier situación y provocan, son “dramáticos” o impredecibles, de esta manera generan en el niño inseguridad y resentimientos, limitando su capacidad para confiar en los demás. Ellos tratan de controlarlo todo, quieren decirle a sus hijos qué hacer, cuándo hacerlo y cómo hacerlo. Los padres tóxicos siempre quieren tener la sartén por el mango. La culpa y el dinero son formas comunes en que ejercen poder y control.

Están constantemente enojados. Son duros y agresivos con sus hijos, y también suelen mostrar ese ejemplo siendo duros con otras personas. O pueden ser pasivos-agresivos, usan la persuasión silenciosa, emplean comentarios sarcásticos en voz baja y burlones, suelen despreciar y mostrar apatía por el logro de sus hijos. Nada de lo que hagan sus hijos es lo suficientemente bueno para un padre tóxico. Encuentran fallas en todo y critican cada detalle, incluso si no lo encuentran, remueven en el pasado para resaltar aspectos negativos en sus hijos.

Manipulan y usan la culpa. Tuercen la verdad a su favor para poder manipular. Utilizan la culpa, la negación y la trivialización para obtener lo que quieren. No asumen la responsabilidad de su propio comportamiento, y pueden incluso responsabilizar a los hijos por la disfunción familiar. Esperan que los hijos dejen todo para atender sus necesidades, no importa la edad que tengan ni los compromisos que hayan asumido, ellos siempre están primero, y sus hijos solo están para servirlos.

Son crueles y desvergonzados. Estas personas inmaduras suelen ser una vergüenza para sus hijos. Causan este sentimiento de incomodidad en quienes están a su lado porque tienen tendencia a realizar chistes racistas, se meten en altercados físicos, menosprecian a la pareja o a los familiares. Los padres tóxicos hacen y dicen cosas francamente malas. Se burlan de sus hijos, les ponen apodos que denotan desprecio, señalan sus defectos e intencionalmente sacan a relucir cosas de las que eres sensible.

Son dependiente de sus hijos. Esta clase de padres tienen una dependencia poco saludable de sus hijos. Comparten demasiada información personal con ellos (secretos o detalles de sus problemas maritales o de su vida matrimonial, por ejemplo) y confían en su hijo para que sea su principal fuente de apoyo emocional. Se muestran competitivos, no solo siempre necesitan estar en lo correcto, sino que actúan como si compitieran con sus hijos. Entonces, en lugar de alegrarse y ser feliz por sus éxitos, intentan superarlos, disminuir sus logros o ignorarlos.

Es importante mencionar cuáles son los sentimientos de los hijos expuestos a padres tóxicos, por lo general se sienten mal cuando hablan, pasan tiempo o piensan en ellos: una clara señal es la sensación que queda después de un encuentro con tus padres, si es una mala sensación y que te llena de frustración por no poder conciliarte o sentirte amado, esta podría ser la razón.

Las personas que han sido criadas por gente nociva, a menudo siente miedo de hablar con ellos. Solo pensar en ellos puede ocasionar que el cuerpo se tense y el estómago se revuelva. Recuerdos dolorosos pueden salir a la superficie. Su energía negativa contamina todo lo que tocan. Si tienes padres tóxicos, es probable que no hayas sido alentado a tener tus propios sentimientos, por lo que es posible que no estés acostumbrado a notarlos.

Por lo tanto, asegúrate de prestar atención a tus sentimientos y observa si tus padres desencadenan sentimientos de ira, tristeza, culpa, vergüenza u otras emociones negativas.

No eres culpable de tener padres tóxicos.

Si tienes padres tóxicos, recuerda que no es tu culpa. No importa cuánto intenten culparte, tus padres no son “difíciles” por lo que hiciste o por quien eres. Ellos o alguno de ellos, es así porque no sabe ser de otra manera, tiene carencias muy grandes a nivel emocional y no fue educado correctamente. Su dificultad para manejar situaciones y comprender las repercusiones es un problema de ellos, no una consecuencia de haberte tenido como hijo.

Reconocer que tus padres tienen problemas importantes, y es poco probable que cambien, allana el camino a la aceptación. Y cuando aceptamos a las personas tal como son, nos liberamos de la lucha para intentar cambiarlas. Podemos lamentar la pérdida del tipo de relación padre-hijo que deseábamos, pero nos liberaremos.

La aceptación es muy útil para restablecer la tranquilidad. Pero aún así, es muy estresante tener padres tóxicos y necesitas estrategias que te ayuden a sobrellevar la disfunción de tus padres. Una terapia psicológica puede ser el mejor aliado para sanar internamente.